El término cuento proviene del verbo contar, procedente del latín “compŭtus”
(cuenta), cuyo sentido
original era el de “numerar”, luego, a la acepción numérica se le añadiría la
de “relatar acontecimientos”.
El cuento es un
relato o narración breve de hechos reales o ficticios, con un reducido grupo de
personajes, un argumento completo y sencillo, de estructura cerrada, y fácil de
entender.
Su objetivo
formativo o lúdico, es causar emoción
en el receptor de forma rápida, concisa y elegante.
En el género cuento,
es mejor quedarse corto (sugerir) que decir de más, para sustentar la intriga o
mantener la tensión. Se inicia con una orden o conflicto, antes de un desorden,
y la solución (favorable o no), o la posibilidad de retornar al orden (volver al
inicio).
El cuento, además de
una breve narración y unos argumentos y personajes sencillos, presenta varias
características:
- Ficción:
aunque puede inspirarse en hechos reales, su narrativa
apunta a lo fantástico.
- Única línea
argumental: un solo tema principal, en una sola sucesión de hechos entrelazados
(acción-consecuencia).
- Estructura
central: vinculada al protagonista, funciona como
indicio del argumento, y evita la trama múltiple.
- Protagonista:
un personaje a quién le ocurren los hechos principales, y quien debe
resolver problemas o superar pruebas para lograr su
objetivo (el hada que ayuda a la princesa; el animal que indica el camino a seguir…).
- Unidad de
efecto: está escrito para ser leído de principio a fin. Si se
lee por fragmentos se pierde el efecto narrativo.
- Prosa: el
formato de los cuentos modernos, a partir de la aparición de la escritura,
suele ser la prosa.
Los tipos de diálogos son:
- Directo: los personajes
conversan entre sí. Es el más conocido y predominante.
- Indirecto: si el
autor resume el habla del personaje en forma narrativa, o sea, si el personaje
cuenta cómo aconteció el diálogo.
- Indirecto: es la
fusión entre autor y personaje; el narrador narra en la forma habitual, pero en
un punto de la narrativa surgen diálogos indirectos del personaje, como
complemento a lo que expresa el narrador.
- Monólogo
interior o flujo de conciencia: es lo que pasa dentro del mundo psíquico del
personaje, hablando consigo mismo.
Historia.
Los antropólogos, historiadores y psicólogos no tienen la menor duda de que,
entre los instrumentos y cauces de transmisión de cultura, conocimientos y
moral de los pueblos prehistóricos, figuraba en un lugar destacado el cuento.
A falta de documentación escrita, la literatura etnológica ha documentado
textos míticos, transmitidos oral y ritualmente en el seno de sociedades no
letradas de todo el mundo.
Los egipcios elaboraron los Textos de las
Pirámides, luego en la Biblia y sus parábolas, que al trasmitir unos valores
pasan a ser narradas por los padres a sus hijos, de aquí la importancia que el
cuento tiene en la trasmisión de una herencia cultural intergeneracional.
Se considera al
sirio, Luciano de Samosata como el primer gran autor de cuentos, con obras como
Diálogos de los dioses, Caronte, Lucio, Elogio de la mosca… De la misma época
es Lucio Apuleyo, quien escribió, los once libros, de El asno de oro.
En la Edad Media, la posición
de puente entre Occidente y Oriente, y entre las culturas cristiana, judía y
árabe, hizo que los cuentos medievales fuesen muy importantes. La primera
colección de cuentos españoles fue la Enseñanza de doctos. A mediados del XIII
aparecen las primeras adaptaciones al castellano de cuentos orientales (Calila
e Dimna, Sendebar, el Libro de los buenos proverbios, la Poridat de las
Poridades, los Bocados de oro, y La doncella Teodor). A mediados del XIV
aparecen recopilaciones de la literatura de educación (o castigo) de príncipes,
ilustrada con ejemplos, sentencias, apólogos y cuentos morales. El Libro de los
doce sabios, destinado a educar a quien sería Alfonso X el Sabio; o los
Castigos e documentos del rey don Sancho, para educar a su hijo Fernando. El Libro
de buen amor de Juan Ruiz. El Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo. Los sermonarios
de los predicadores estaban llenos de cuentecillos y apólogos, como los de
Vicente Ferrer.
En el Renacimiento y
el Barroco, la literatura del Siglos de Oro nos dio un gran repertorio de cuentos,
la mayoría de ellos de la modalidad de los humorísticos, y sólo una mínima
parte de los maravillosos. Giovanni Boccaccio fue el autor más
influyente con su Decamerón, que influyó en escritores como C. Perrault (La
bella durmiente, Caperucita roja, Pulgarcito, Cenicienta), Jean de La Fontaine
(Cuentos y relatos en verso), y G. Chaucer (Los cuentos de Canterbury). La lozana
andaluza, el Lazarillo de Tormes, el Guzmán de Alfarache, El Quijote, Novelas
ejemplares, El donado hablador, y diversas obras de Baltasar Gracián. F.
de Quevedo y Villegas (inspirado en los Diálogos de Samosata) quien, con Los
sueños, satirizó a la sociedad de su época. Muchas obras teatrales
de los dramaturgos, como Gil Vicente, Lope de Rueda, Lope de Vega, Tirso de
Molina o Calderón de la Barca, y muchos entremeses anónimos, están también
inspirados en la materia cuentística tradicional.
En el siglo XIX. La
recopilación de cuentos se inició, en la segunda mitad, con Antonio de Trueba,
autor de un volumen de Cuentos populares. Pero el más activo impulsor fue
Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), autor en colaboración con D. Federico de
Castro de un volumen de Cuentos, leyendas y costumbres populares, e impulsor de
la Sociedad de El Folk-Lore Español y de numerosas iniciativas de recuperación
y estudio de las tradiciones populares que se realizaron entonces. En esta
época, Cecilia Böhl de Faber (seudónimo de Fernán Caballero), publicó volúmenes
recopilatorios tan importantes como Cuentos, oraciones, adivinas y refranes
populares e infantiles. Mencionar también a H. Guy de
Maupassant (Bola de sebo), G. Flaubert (Sus tres
cuentos), y L. Alas "Clarín" (¡Adiós cordera!, Cuentos
morales). Edgar Allan Poe (El gato negro), A. Chéjov, Leopoldo Alas y Jorge
Luis Borges...
En el siglo
XX. Se comenzó a fraguar la escuela geográfico-histórica, impulsada por el
folclorista Antti Aarne y, luego, por el Stith Thompson, que se propusieron
catalogar todas las variantes cuentísticas del mundo. En 1928 se produce la
publicación de la Morfología del cuento de Vladimir Propp, que inauguraba los
estudios estructural-funcionalistas.
A estas dos escuelas
fundamentales de la crítica del XX sobre el género cuentístico se pueden añadir
otras como la psicoanalítica, representada por Géza Róheim y por Bruno
Bettelheim, autor del libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Las
investigaciones semióticas del cuento están representadas por obras como La
lógica del relato, o los acercamientos de Algirdas Julien Greimas en su
Sémantique structurale. Los valores pedagógicos y sociológicos del cuento han
sido investigados por Gianni Rodari, entre otros.
Tipos.
Un cuento simplemente oral es el que tiene algún tipo de transmisión oral,
aunque sea efímera y limitada, en el seno de algún grupo que no sea
necesariamente popular. Un cuento es popular si le conoce el pueblo por vía
oral o escrita, de modo anónimo o con autor conocido, con variantes o sin
ellas. Podemos distinguir dos tipologías importantes:
Cuento
popular, tradicional o folclórico. Quizás fue la primera clase de cuento que apareció. Son narraciones breves transmitidas
entre las diferentes generaciones, en las que se narran historias con hechos
imaginarios, contados oralmente dando origen a las variaciones del cuento que,
aunque coinciden en la estructura difieren en los detalles. Los autores que son
desconocidos, elaboran de modo tradicional una obra de arte abierta, variable,
y con una gran difusión temporal y geográfica. Por fortuna, algunas de estas
narraciones populares, y normalmente locales, han sido transcritas y llegado a nosotros.
Los cuentos populares más conocidos son los recogidos por los Hermanos
Grimm. Del cuento popular, se han derivado distintas
clases de narraciones breves, y las principales son las fábulas,
los mitos y las leyendas. Además, hay subdivisiones:
Cuentos
de hadas o maravillosos. Protagonizados por personajes fantásticos (héroes, hadas,
duendes, brujas…), que deben superar
una serie de pruebas y peripecias fabulosas que terminan en algo feliz (Caperucita
Roja). Es el cuento extenso, e integrador de una sucesión de motivos que se
localizan en un espacio y tiempo irreales y simbólicos.
Cuentos de animales. Engloba
los cuentos de animales salvajes y domésticos, de pájaros, de peces…
Cuentos
de costumbres. Su objetivo es reflejar la sociedad agraria o feudal. En estos
son comunes las doncellas, príncipes, reyes, campesinos… Garbancito, La
cenicienta y La bella durmiente, recopilados por los hermanos
Grimm, son de esta categoría.
Novella. Tipo de
cuento localizado en un tiempo y lugar concretos, y con menos peripecias
fabulosas. Las Mil y una noches o Simbad el Marino son de esta tipología.
Cuento heroico. Este tipo de cuento maravilloso, se
centra en las hazañas de un héroe mítico-cultural (Hércules, Teseo).
Cuentos de orígenes o etiológico. Explica el origen de
lugares, pueblos, instituciones humanas o características físicas, morales o de
conducta de las personas, de los animales, de las plantas o de los astros.
Cuento humorístico, chiste, chascarrillo o anécdotas.
Engloba historias de tontos, matrimonios, mujeres, hombres…
La leyenda. Puede ser local, migratoria, o saga, y sus
personajes son arquetipos simbólicos. Es la narración oral o escrita breve, y no
compleja, que presenta hechos extraordinarios considerados como posibles o
reales por el narrador y el oyente, y relacionados con el pasado histórico y el
medio geográfico de la comunidad a la que atañe o en la que se desarrolla la
narración. Para algunos autores es un género autónomo.
El mito. Narración de extensión y complejidad
variables cuyos protagonistas son dioses, semidioses, héroes, y elementos
cósmicos, naturales, animales, monstruosos, etc. Su contenido es considerado
real y protohistórico, y goza de una consideración mágico-religiosa dentro de
la comunidad. Se inscribe en un espacio conocido, pero no necesariamente local,
y de tiempo pasado. Para algunos autores se considera un género autónomo.
Al cuento, la leyenda y el mito, a veces, lo único que les distingue es la
actitud ideológica y el grado de creencia del narrador y del oyente. Si les
considera pura ficción atemporal y sin vinculaciones geográficas es un cuento.
Si les sitúa en un plano mágico-religioso, es un mito. Y si les sitúa en un
plano histórico-local es una leyenda.
Las características del cuento popular son:
- El estilo oral. Apreciable en la sencillez,
naturalidad y coloquialismo de su registro léxico, y en el carácter ritualizado
de sus detalles.
- La variabilidad. Por el hecho de que cada
reproducción de un mismo cuento se cuenta de modo diferente.
- La migratoriedad. Ante el hecho de que cuentos del
mismo tipo son conocidos por pueblos diferentes, y han constituido objetos de
intercambio cultural entre pueblos en contacto desde tiempos inmemoriales. Es un fenómeno muy conectado con la migración.
- La inconcreción temporal y geográfica. Al empezar por fórmulas como
"Érase una vez... En un país muy lejano...".
- El simbolismo. Apreciable en el hecho de que los
personajes de los cuentos estén caracterizados como símbolos o arquetipos que
encarnan y representan valores morales (el bien, o el mal), relaciones de
parentesco, estamentos sociales (pobres que aspiran a casarse con ricos,
siervos que llegan a ser reyes), animales, elementos naturales caracterizados
de modo tópico, etc.
- Función socializadora. Todo tipo de cuento,
han cumplido, dos funciones en apariencia antitéticas, pero en el fondo
coincidentes: la de los cuentos maravillosos tiene el objetivo de ensalzar las
virtudes de un héroe o heroína que al final recibe el premio acorde con su
esfuerzo y contraen matrimonio, lo que refuerza el sistema social y de
parentesco; la de los cuentos humorísticos tiene el objetivo de ridiculizar a
personas con defectos morales o sociales, e incluso ironizar o criticar a las
clases y conceptos prestigiosos sociales. Pero, además, el uso del cuento ha
tenido en ocasiones finalidad pedagógica directas y evidentes, y una función de
entretenimiento. Siempre es recompensada la virtud y castigado el vicio.
Cuento
literario culto o artístico. Son narraciones muy
elaboradas estética y literariamente, con una intención determinada y un público
especifico (niños, o adultos). El autor
concreto y conocido, elabora de modo original una obra de arte completa,
acabada e invariable. Está concebido y transmitido mediante la escritura por un autor conocido que decide fijar el texto
para expresar unas ideas o emociones, y por tanto con una sola versión. La
primera muestra española de un cuento literario es El Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de
Patronio, del infante don Juan Manuel, que
presenta cincuenta y un cuentos en los que un conde le pregunta a su consejero
sobre asuntos de su condado, y el consejero le responde con una breve
historieta. En el mundo musulmán la colección clásica más
conocida es Las mil y una noches.
Los cuentos para
niños. Son en sí mismos un tipo de cuento, ya que pueden ser populares o
literarios. Tienen una gran relevancia en el proceso de aprendizaje, pues estimulan
la imaginación, y dejan un mensaje ejemplarizante. Algunos de los cuentos para
niños clásicos son El flautista de Hamelin y Hansel y Gretel de los
hermanos Grimm, Pinocho
de Carlo Collodi. La
pequeña oruga glotona de Eric Dale y Donde habitan los monstruos
de Maurice Sendak.
Las tres partes
del cuento son.
Comienzo,
introducción, planteamiento o marco. Es el inicio
de la historia, donde se presentan los personajes, sus propósitos y la situación
en la que se produce un desequilibrio o elemento de ruptura que desencadena la trama.
Además, evidencia el tipo de narrador y cómo se contará la historia (se inscribe en una dimensión de espacio y tiempo "En
un país muy lejano...").
Nudo
o conflicto. Parte central, donde suceden los
hechos más importantes, los conflictos de la historia y los problemas de los personajes
con acciones inesperadas. El nudo surge a partir de una alteración de lo
planteado en la introducción.
Desenlace
o final. Es el cierre del relato, donde se da el
clímax y la solución al problema, aunque en ocasiones no se restablece el equilibrio
inicial y concluye con una nueva situación. Incluso en los textos con final
abierto hay un desenlace, con un final trágico o feliz, e impactante
para despertar una reacción emocional en el lector.
Estructura
del cuento.
Los
personajes. La construcción narrativa gira
alrededor de un pequeño fragmento de la vida de los personajes. Son quienes
realizan las acciones y pueden estar representados por personas, animales u
objetos. Los hay principales (en los que se centra la trama), secundarios (los
que aparecen en reiteradas ocasiones), y terciarios (que aparecen una, o pocas
veces).
Los
lugares. Cuando un autor escribe un hecho
concreto, o un fragmento de la vida de un personaje, no tiene ni espacio ni
tiempo para la descripción de los lugares, a menos que el lugar sea el
protagonista de la historia.
El
argumento. Desarrolla los acontecimientos que se van
sucediendo paso a paso.
El
tema. Es la unidad o pieza argumental más breve dotada de estabilidad, y susceptible
de combinarse de forma variable con otros motivos para formar una unidad o tipo
superior (desencantar con una vara mágica), dicho motivo
genera un conflicto, que se ha de resolver positiva o negativamente, o quedar
abierto. Para comprender el cuento hay que desentrañar el tema.
El tipo. Es la unidad o pieza argumental más amplia
dotada de estabilidad, compuesta por una suma de unidades menores o motivos que
constituyen un esquema privilegiado insistentemente por los narradores.
La
trama. Gira alrededor de un conflicto central. Es la
organización que el escritor hace con los hechos de la historia. Esta
organización puede corresponder, a veces, a una secuencia cronológica. En el cuento,
la trama es lineal y objetiva, pues dada su brevedad, es preciso que el lector
clara y rápidamente vea y tome conciencia de los acontecimientos.
El narrador. Es
quien cuenta la historia, y puede hacerlo de diferentes maneras, desde el lugar
del protagonista (en primera persona), o desde un lugar omnisciente (conoce todo
al detalle y lo narra de manera objetiva).
Las acciones. Son
los acontecimientos que llevan a cabo los personajes. Dan curso al cuento, desde
los enredos hasta el final. Se suceden
unas a otras en un tiempo y lugar establecido con relación causa-efecto. Entre
las acciones se distinguen las principales (no pueden suprimirse, ni
modificarse sin alterar el desarrollo de la narración) y las secundarias (se pueden
alterar sin cambiar el curso de la historia). Además de acciones, pueden
encontrar pistas o señales que ofrecen indicios de un hecho que ocurrirá.
La atmósfera. Es
el clima que adquiere la historia que puede ser de tensión, placer, temor, familiaridad…
Está asociada con el ambiente en el que ocurren las acciones y con las emociones
que pueda generar en el lector.
El tiempo. Es la
duración de la historia, que puede ser de tan solo unas horas, días o años. Además,
el paso del tiempo condiciona o altera el rol de los personajes.
Para finalizar
recordar una serie de modismos relativos al cuento como:
- Amigo de cuentos. El aficionado
a chismes y enredos.
- Aplicarse el cuento.
Tener en cuenta la experiencia de otro.
- Cuento chino, o de
viejas. Embuste exagerado, increíble y falso.
- Dejarse de cuentos.
Contar lo sustancial de una cosa, sin rodeos ni figuraciones.
- Echarle uno cuento.
Simular, fingir un mal que no se tiene.
- El cuento de la
lechera. Cuando se imagina suculentas ganancias sin que los planes para
conseguirlas sean seguros.
- El cuento de nunca
acabar. Asunto que se tenía por acabado pero que vuelve a salir una y otra vez.
- Ir con el cuento a
alguien. Chivarse indiscretamente.
- No querer cuentos con
alguien. Negarse a tener tratos con alguien.
- Quitarse de cuentos.
Desentenderse de lo que no interesa o puede perjudicar.
- Tener más cuento que calleja.
Buscar el beneficio exagerando o falseando una situación o las circunstancias.
- Traer o venir a
cuento. Ser oportuna o conveniente en un momento dado.
- Venirle a alguien con
cuentos. Contarle algo que no le interesa, no le incumbe, o no quiere saber.
- Vivir del cuento. Sin
trabajar.