jueves, 30 de marzo de 2023

CAPAS DE LA TIERRA

  

Al hablar de capas de la Tierra nos referirnos a las estructuras de diversos grados de profundidad que conforman la superficie terrestre, y considerando la totalidad del planeta, hablamos de las capas que conforman la atmósfera.

Las capas de la Tierra son: Magnetosfera. Hidrósfera. Geosfera. Biosfera. Atmósfera.

Las superficiales son la biosfera, la geosfera y la atmósfera.

La parte solida o interna de la tierra se subdivide en tres esferas concéntricas, conocidas como corteza, manto y núcleo.

Magnetosfera. Es la región exterior a la Tierra, a partir de unos 100 km de altura, en la que su gigantesco campo magnético, ejerce una gran acción sobre las partículas ionizadas, para mantener la vida en la tierra, al protegerla de las partículas de alta energía. Fue descubierta por el satélite soviético Sputnik2 en 1957. Dentro de ella hay dos zonas muy reactivas que son los cinturones de Van Allen, que no tienen una delimitación concreta, ya que la actividad solar y el magnetismo hacen oscilar sus contornos. Su límite exterior o magnetopausa (zona de transición entre la magnetosfera y el espacio interplanetario), está en la parte de la Tierra que mira al Sol a más de 60.000 km, y en la cara opuesta al Sol es mayor y va como la cola de un cometa.

Hidrosfera. Es una gran capa de agua que rodea el planeta, y ocupa las ¾ partes de la superficie de la Tierra, siendo el 97 % agua salada (mares y océanos) y el 3 % dulce (ríos, lagos, acuíferos, nubes, etc.). Está siempre en movimiento, varía su estado físico y transforma la superficie terrestre siguiendo el ciclo del agua. La hidrosfera sólida se llama criósfera.

Biosfera. Es la capa donde existe vida, y se extiende desde los 10 km sobre el nivel del mar, hasta las profundidades del océano, aunque la mayor parte de la vida terrestre se encuentra en una capa delgada, ya que la atmósfera superior tiene poco oxígeno y temperaturas muy bajas, mientras que las profundidades oceánicas (más de 1 km) son oscuras y muy frías.

Geosfera. Abarca desde la superficie hasta la parte más interna de la Tierra (unos 6500 km). Es la capa de rocas, minerales, arena y montañas que forman el planeta, y se caracteriza por su enorme profundidad y altas temperaturas. Las capas de la geosfera son: Astenosfera. Corteza. Manto, y Núcleo.

Astenosfera. Es la zona superior del manto terrestre por debajo de la litosfera, de unos 50 km, entre los 0-600 km de profundidad. Sobre ella descansa la corteza, en cuyos bordes se dan las fallas o magmatismo, dando origen a la orogénesis, al permitir la deriva continental por el movimiento de la litósfera. Está compuesta por materiales de mucha ductilidad, ya sea en estado sólido o semifundido por la presión y las altas temperaturas. A medida que nos aproximamos a su borde inferior, pierde sus propiedades y adquiere rápidamente rigidez.

Corteza terrestre. Es la capa externa, delgada y superficial sobre la que habitamos, con una profundidad de entre 0 y 70 km, que representa menos del 1 % del volumen de la tierra. Es la capa límite entre la atmósfera y la parte sólida de la Tierra, y desde las mayores profundidades hasta las alturas más altas tan sólo hay un desnivel de 20 km. La superficie de la Tierra contiene una serie de grietas, que forman grandes placas litosféricas que flotan sobre el manto y están en continuo movimiento. Su temperatura varía en función de la posición, así las superficiales son más frescas que las profundas. Las zonas próximas al manto, registran temperaturas que oscilan entre los 870ºC., lo que permite que la roca se derrita y forme la capa contigua. Su aspecto varía por los materiales circundantes, por efecto de los agentes atmosféricos, geológicos, y por los seres vivos. Se identifican dos tipos de corteza, la continental y la oceánica, ambas menos densas que el manto de abajo lo que hace que floten en él. 

  • La continental se extiende, unos 40 km, bajo los continentes y regiones poco profundas de los océanos. Ocupa el 45 % de la superficie del planeta. Es mucho más antigua que la oceánica, y sufre una constante renovación por los ciclos tectónicos (Ciclo de Wilson), el vulcanismo, la erosión y la sedimentación. Está formada por roca y sedimentos graníticos.
  • La oceánica ocupa el 55 % de la superficie del planeta, sobre unos 10 km de grosor.

La corteza de transición, se localiza entre los continentes y océanos, con unas características mixtas respecto de las dos anteriores, de forma que su estructura es tipo continental pero el espesor medio es de unos 20 km.

La corteza terrestre constituye la capa más externa de la litosfera (esfera de piedra) que es la capa formada por la corteza y la zona más externa del manto. Está fragmentada en numerosas placas rígidas que se mueven unas respecto de otras. Su límite inferior está a una profundidad media de 45 km (70 en los continentes y 10 en los océanos), y separa la corteza terrestre y el manto superior, donde está la discontinuidad de Moho (detectada por A. Mohorovicic en 1910, tras los estudios del terremoto del 8/10/1909 en Croacia). Las velocidades sísmicas observadas son intermedias entre las de la corteza y el manto.

Manto. Está formado por rocas que lo hacen sólido y, a la vez, dúctil debido a las altas temperaturas (600-4000°C). Conforme se profundiza las rocas se vuelven más sólidas por las grandes temperaturas y presiones. Es el estrato más amplio del planeta, se extiende desde los 35 a los 2900 km de profundidad, donde se inicia el núcleo. Representa el 69 % de la masa de la Tierra y el 84 % de su volumen. Se subdivide en manto superior, desde el Moho hasta los 500 km de profundidad. La zona de transición entre el manto inferior y el núcleo externo o la llamada discontinuidad de Wiechert-Gutenberg, zona muy sólida, de baja plasticidad, y de una gran densidad, a pesar de su temperatura entre 1000-3000°C. En ella nacen las ondas electromagnéticas que genera la magnetósfera (aurora boreal), por el roce del núcleo externo, compuesto de metales ferromagnéticos, y el manto.

Núcleo. Es la parte más interna y densa del planeta. Está situado en el centro de la Tierra y se caracteriza por sus altas temperaturas. Representa el 16 % del volumen y el 32 % de la masa de la Tierra. Genera un gran campo magnético, que puede ser registrado con una simple brújula. Este campo es responsable de la imanación de las rocas que presentan los minerales, que tienden a orientarse de acuerdo con el campo magnético terrestre reinante en ese momento. Está compuesto por dos partes o núcleos:

  • El externo. De naturaleza semisólida, y temperaturas de unos 4500ºC. Con un grosor de 2300 km, y situado a 3400 km de la superficie terrestre. Su composición es de 80 % hierro, níquel y otros elementos ligeros en menor cantidad.
  • El interno. Es la capa más central de la Tierra, con 1200 km de espesor. Representa el 1 % de la masa de la Tierra y su temperatura puede llegar a los 6700ºC.

Atmósfera. Es la gran capa de aire que rodea el planeta, la más externa y menos densa, que sella el planeta y lo protege, del vacío espacial, de la radiación electromagnética del sol y de pequeños meteoritos. Está compuesta por una mezcla de distintos gases que varían en cantidad, dependiendo de la presión y altura. Los principales son el oxígeno (20,95 %), el nitrógeno (78,09 %), el argón (0,93 %) y además del 0,30 % de anhídrido carbónico y vestigios de otros gases, sobre todo de los llamados nobles. Posee un espesor de unos 2000 km, y se caracteriza por actuar como un termostato, para posibilitar la vida en la Tierra. Hasta unos 120 km de altura su composición casi no se altera por los continuos procesos de equilibrio. Lo único que disminuye con la altura es la densidad de los gases y a alturas superiores tiene lugar el fenómeno de difusión gaseosa. Las capas más bajas interactúan con la superficie terrestre, mientras que las más altas interactúan con el espacio. La atmósfera tiene cinco capas principales en función de su temperatura, composición química, densidad y movimiento, pero también posee otras regiones de características especiales como la ionosfera. Las capas, de la más cercana a la más distante son:

a. Troposfera. Es la capa más cercana y densa a la tierra, y la única donde se desarrolla la vida. En ella se produce viento, cambios de temperatura, y fenómenos atmosféricos en sus niveles inferiores. Su nombre se debe al clima que cambia muy a menudo (tropos = cambio). Las masas de aire frío de los polos, y el vapor del ecuador se mueven a grandes velocidades entre temperaturas de 40ºC y -75ºC, y su circulación, determina el estado general del tiempo. Contiene las ⅘ partes del aire del planeta que respiramos y las nubes. Abarca entre 8 y 15 km de espesor, desde el nivel del mar. Es más delgada en los polos (el frío la contrae), y más alta en el ecuador (el calor la dilata). El aire es 78 % nitrógeno, el 21 % oxígeno, y un 1 % argón, vapor de agua y dióxido de carbono. En esta ínfima parte de la atmósfera se halla un 80 % del agua, que puede estar en forma de vapor hasta 14 km de altura. La región que la separa de la estratosfera, es la tropopausa, y a partir de esta, la humedad del aire y la velocidad del viento disminuyen rápidamente, por ello, la estratosfera está prácticamente libre de nubes.

b. Estratosfera. Se sitúa entre los 10 y 50 km de altura y en ella se encuentran el 19 % de los gases atmosféricos que se separan formando distintos estratos, según su peso. El más conocido es el ozono, que absorbe un 98 % de la radiación ultravioleta del sol, para protegernos. La máxima concentración de ozono se sitúa entre los 40-60 Km de altura (ozonosfera). No tiene oxígeno, ni dióxido de carbono, y muy poca cantidad de vapor de agua. En esta capa (strata = capa) no hay tormentas ni turbulencias para mezclar el aire. Su temperatura es mayor que en la troposfera. Sus límites se encuentran marcados por importantes variaciones de temperatura, el límite superior o estratopausa coincide con un máximo térmico, de 17ºC situado alrededor de los 50 km de altura; mientras que su límite inferior o tropopausa se sitúa en un mínimo de temperatura alrededor de los -70º, entre los 8-17 km de altura. Se caracteriza por sus bajas temperaturas y su ascenso paralelo al aumento de altura, consecuencia de la absorción parcial del espectro electromagnético de la luz solar, por el ozono.

c. Mesosfera. Está entre los 50 y 90 km de altura (meso = medio), entre la astenosfera y la endosfera (engloba el núcleo externo e interno), por encima de la estratosfera (y bajo la termosfera con la que limita en la mesopausa). En esta capa las temperaturas caen en picado, llegando en la región superior de la capa entre los -90ºC y -145ºC. Es la capa más alta de la atmósfera, y en sus 35 km de espesor, los gases están mezclados en lugar de estar estratificados por su masa. El aire es muy delgado, por lo que no se puede respirar en ella. Pero hay más gas en esta capa que en la termosfera. Es la capa donde los meteoros (estrellas fugaces) se queman y otros fragmentos se degradan antes de impactar en la tierra, ya que por la exosfera y la termosfera pasan sin mucho problema al no tener, mucho aire, pero cuando llegan a la mesosfera, hay suficientes gases para causar fricción y crear calor.

d. Termosfera. Capa formada por iones (átomos cargados eléctricamente), por lo que conduce la electricidad, sita entre los 90 y 400 km de altura. En ella están las estaciones espaciales, los satélites de baja órbita, y se reflejan las ondas electromagnéticas que permite las transmisiones de radio y televisión. Su temperatura oscila entre los -76ºC y los 2000ºC (termo = calor), pero a pesar de ello, en ella estarías muy frío porque no hay suficientes moléculas de gas para transferirte el calor. Está por encima de la mesopausa. La ionosfera, una delgada región conductora de electricidad. Entre los 120 y 150 km de altura el oxígeno se halla en estado atómico, pues las moléculas se disocian por la radiación ultravioleta del Sol.

e. Exosfera. Es la última capa y más externa (exo = fuera) de la atmósfera y en ella los gases se dispersan hacia el espacio exterior. Está contenida en la magnetosfera que representa el campo magnético de la Tierra y donde se concentra el polvo cósmico. Esta capa separa el resto de la atmósfera del espacio exterior, y en ella están los satélites artificiales. Tiene unos 10.000 km de espesor y se pierde en el vacío del espacio interplanetario. Contiene gases como el hidrógeno, oxígeno y el helio, que están muy dispersos, pues hay mucho espacio vacío entre ellos. No hay aire para respirar, y hace mucho frío. Esta capa se conecta con el viento solar. Se sitúa entre la ionosfera cuyo límite se conoce con el nombre de termopausa y el espacio exterior. Se extiende entre los 500-1000 km de altura y su límite con el espacio exterior se alcanza cuando las densidades de ambas se igualan, pues la exosfera se caracteriza por presentar una densidad muy baja. Se trata de una de las capas de la heterosfera, cuyos componentes atmosféricos se encuentran ionizados por la disociación producida por el bombardeo de las radiaciones solares.

El 04/01/2023 la tierra alcanzó el perihelio (mínima distancia al sol: 147.098.872 km.).

lunes, 27 de marzo de 2023

HABILIDADES SOCIALES

Si a menudo sacrificamos nuestros derechos, enseñamos a los demás a aprovecharse de nosotros.

La inteligencia social es la capacidad de relacionarse de manera efectiva, identificando las relaciones interpersonales (dominancia, liderazgo, sumisión, dependencia…), e incluyendo aspectos como la intimidad, confianza, persuasión, pertenencia a grupos...

Está muy relacionada con la inteligencia emocional y personal, que implica:

  • Identificar el estado mental interno de los demás, y agruparlos por sus similitudes.
  • Ver conexiones entre las diversas conductas, e interpretar sus secuencias.
  • Predecir lo que pasará en una situación interpersonal, teniendo presente que como personas tenemos derecho a:
    • Ser tratado con respeto, dignidad y sin hostilidad.
    • Expresar mis sentimientos y opiniones, sin ser tratado de forma diferente, y cambiar de opinión si así lo considero.
    • Juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis decisiones, aceptando sus consecuencias.
    • Decir no, sin sentirme culpable, y aceptar que no puedo gustar a todos en todo momento.
    • Pedir lo que quiero, dándome cuenta de que mi interlocutor tiene derecho a decir no.
    • Hacer menos de lo que soy capaz, y no estar obligado a ayudar a los demás.
    • Decidir qué hacer con mi cuerpo, tiempo…, mientras no viole los derechos del otro.
    • Superarme, aun superando a los demás, y si cometo errores aprender de ellos.
    • Saber que los demás emplean criterios distintos para valorarnos y no hay un criterio universal, válido para todos.

 LAS HABILIDADES SOCIALES (HHSS)

Las relaciones humanas son complejas, y no siempre actuamos como queremos, bien por convención social, por su dificultad, o porque surgen problemas sin querer (nos devuelven mal el cambio, por error), pero si el problema es sistemático, tendremos dificultades (compañero, jefe, pareja, hijo, vecino...), y será motivo de estrés, ya que la capacidad de comunicarse eficazmente es muy importante.

Las HHSS son un conjunto de capacidades y destrezas interpersonales, que nos proporcionan autoestima, bienestar, y calidad de vida.

La conducta socialmente hábil resuelve, de modo adecuado, un problema inmediato, e implica tres dimensiones:

  • Conductual o el tipo de habilidad.
  • Personal o los contenidos cognitivos.
  • Situacional o el contexto.

A menudo, tras situaciones importantes o conflictivas, emociones como el miedo, los nervios, la culpa (que hice, y que podría haber hecho), la efusividad, y la falta de confianza, nos asaltan antes, durante y tras su desarrollo. Al enfrentarnos a una situación conflictiva evaluamos, de forma inconsciente, los objetivos, el coste emocional, y la relación posterior. Pero para decidir debemos actuar con:

  • Calma: los nervios antes y durante el conflicto se controlan mejor al dominar los factores que determinan la decisión.
  • Sentimiento: habla desde el “yo” y explica cómo te hace sentir esa conducta (frustrado, triste, satisfecho).
  • Hechos: habla de hechos (buenos o malos), no de juicios, y se lo más específico posible.
  • Confianza: al sopesar los diferentes puntos toma la mejor decisión, en base a mis prioridades.
  • Seguridad: al conocer los puntos que evalúo, tendré la certeza de que la decisión a tomar será mejor.
  • Consecuencias: describe las que tu interlocutor tendrá, si sigue manteniendo esa conducta.
  • Solución: explica los cambios concretos que quieres que se produzcan en el comportamiento del otro.

Todas las HHSS están articuladas por dos actitudes, la asertividad y la empatía, y se pueden clasificar en:

Básicas. Las primeras que adquirimos, y fundamentales para comunicarnos de forma satisfactoria:

  • Escucha activa. A veces solo oímos y hay que escuchar con los cinco sentidos, y analizar el porqué de sus actos, de su motivación, interpretación de los hechos, y estado emocional.
  • Iniciar, mantener y cerrar una conversación. Es eficaz para evitar el aislamiento, hacer amigos, resolver conflictos. Espera a que el otro acabe (no adivino), no interrumpir, ni emitir juicios de valor como (eso no es nada).
  • Preguntar. Denota interés por conocer al otro. Es mejor la abierta (más libertad de respuesta), que la cerrada (acarrea monosílabos). Pregunta si te entienden, si captan lo que sientes, si entiendes sus necesidades.
  • Disculparse y dar las gracias siempre. Así reconocemos los sentimientos del otro (Siento haberte hecho esperar tanto, entiendo tú enojo).
  • Presentarse y presentar. Saber introducirnos e introducir a otros.

Avanzadas. Una vez adquiridas las básicas, aprendemos capacidades como:

  • Asertividad o capacidad de expresar nuestras opiniones y pensamientos, basándonos en el respeto mutuo.
  • Pedir ayuda. Saber que no sabemos todo, y que necesitamos consejo o apoyo, es un acto de madurez.
  • Comprensión. Capacidad de entender las situaciones sociales y personales y, responder de forma asertiva.
  • Autocontrol. Comprender e interpretar los sentimientos y no responder impulsivamente.
  • Pausa final. Al acabar una conversación, para ir a un nuevo tema o recuperar el anterior se usan palabras de transición (Por cierto…).
  • Silencios. Es vital manejar la ansiedad y nervios que causa, lo que pensamos y las atribuciones inconscientes que hacemos sobre él.
  • Persuadir. Clave, para los negocios, aunque suele tener mala fama, porque se confunde con manipulación, pero la persuasión transforma ideas, creencias, actitudes, comportamientos, y satisface las necesidades de ambos con argumentos que hacen ver que una conducta o acto es más beneficioso que otro (Los propietarios de unos comercios, hartos de que los adolescentes se reunieran cada noche en los aparcamientos de sus locales, ya que eran frecuentes las peleas y venta de drogas. Para conseguir que se fueran, colocaron altavoces e hicieron sonar un disco de M. Escobar a todo volumen. Los adolescentes huyeron). Los principios de la persuasión son:

    • Comparación, comprobación o validación social. Si otros lo hacen tú debes (los mendigos ponen monedas en el cesto para...)
    • Atractivo o simpatía. Solemos estar de acuerdo con las personas que nos gustan, y a pensar que están en lo cierto (Si le gustas a quienes te oyen te perdonarán casi cualquier cosa).
    • Autoridad. Si la fuente es una autoridad en el tema se la suele creer (Utilizar dentistas para anunciar dentífricos).
    • Compromiso o coherencia. Cuando tomamos una postura debemos mantenerla.
    • Reciprocidad. Un pequeño regalo con una oferta de suscripción a una revista puede persuadirnos a que nos suscribamos a ella.
    • Escasez. Si es escaso es bueno (La gente se siente persuadida a comprar algo cuando se trata de una liquidación, cuando sólo tiene un determinado periodo de tiempo para comprarlo, si su número es limitado, o es una oferta especial de fin de semana).

Emocionales o afectivas. Vinculadas al manejo e identificación de los sentimientos y emociones de manera eficaz, como:

  • Identificar, conocer y expresar sentimientos y emociones.
  • Respeto. Capacidad de tolerar opiniones, pensamientos y actos de los demás, aunque no se compartan.
  • Gestionar el miedo y el sentimiento de vergüenza al hablar con otros.
  • Capacidad para afrontar el enfado de los otros, la tolerancia al fracaso, a ser ignorado o desdeñado, y a la autorrecompensa.
  • Empatía o capacidad de ponerse en el lugar del otro, entendiendo su punto de vista, y sus necesidades.

Negociadoras o no violentas. Fomentan la gestión de los conflictos, sin agresividad, con capacidades como:

  • La negociación para salir todos beneficiados.
  • La agresividad humilla o degrada al otro, lo que acarrea deseo de venganza, y perdida de respeto.
  • Responder a una persuasión/acusación, y defender los derechos para formular/responder reclamaciones.
  • Libre información. Si damos información no requerida con la pregunta nos abrimos al otro y generamos interés en él.
  • Tolerar y responder a bromas. Con el humor se ve nuestro lado más humano, hay que improvisar, y perder el miedo al qué dirán.

Sea cual sea el lugar, la intención, el emisor, el receptor y el medio, los tipos de comunicación, en toda relación social, son muchos y variados, y para clasificarlos, podemos decir que hay personas que buscan manipular, y otras ser controladas, y concluir que hay dos tipos básicos de comunicación social:

1- Los que saben mostrar disconformidad y decir no (estilo agresivo y asertivo):

El asertivo explica de forma respetuosa, directa y honesta su opinión (de lo ocurrido, cómo me siento, y una alternativa sin que el otro se sienta herido y se ponga a la defensiva), oye la del otro, pide aclaraciones y discute (respetando opiniones, creencias y sentimientos del otro), antes de decir no con empatía. Es la comunicación y comportamiento ideal, los interlocutores se respetan entre sí, y se benefician de la relación de forma eficaz (todas las necesidades por igual. Yo gano, tú ganas). La asertividad es el término medio entre la agresividad y la pasividad.

El agresivo no explica bien su opinión, amenaza y asusta, con un vocabulario y tono hostil. No toma en cuenta, ni respeta las ideas y sentimientos del otro (a menudo ni oye), y decide sin consultar (no tiene límites propios. Mi necesidad primero. Yo gano, tú pierdes). Tiene confianza por lo que siente, piensa y quiere. Niega la responsabilidad de sus actos y logra el respeto de sus derechos, quizás porque los demás le temen o rehúyen por su carácter o mal humor. Interpreta las peticiones como abuso, desconsideración, y se toma las opiniones contrarias como ataques personales, sin un punto intermedio. Es el polo opuesto a la sumisión, y en la defensa de sus derechos no duda en herir al otro. Son personas con dificultades para relacionarse socialmente. Es muy diferente al sumiso explosivo, que incluye a personas sumisas que tienen “explosiones agresivas” en algunos momentos, cuando “ya no aguantan más”.

2- Los que no saben decir no, ni manifestar, disconformidad, ni sus pensamientos, sentimientos y prioridades (estilo pasivo y manipulador):

El pasivo o sumiso acepta la opinión del otro (las necesidades del otro primero. Yo pierdo, tú ganas), y muestra conformidad para evitar conflictos, aunque no esté de acuerdo. Acumula hostilidad y rencor que descarga de forma excesiva en lugares y momentos inadecuados. En la comunicación muestra una postura hundida, gesto desvalido, se expresa de forma insegura, con poca fluidez, bloqueos y expresiones de culpa y sumisión; tono bajo, y no mira al otro. Se siente culpable y pide excusas por sus actos; se muestra, pasivo ante los abusos y se ve obligado a ayudar sin desearlo, o sintiendo que le piden algo abusivo o fuera de lugar; prioriza lo que piensan o sienten los demás de él; desea gustar a todos. Se ve obligado a ser coherente (autoimpuesto) y no parecer una veleta, aunque cambien mucho las circunstancias y fuera lógico cambiar de parecer. Tiene baja autoestima, llegando a momentos de impotencia, indefensión, ansiedad, depresión, y estrés.

El comunicador pasivo-agresivo, no se pone a sí mismo ni al otro en primer plano, se comunica mal, confuso y con excusas. Tiene pocas necesidades, por su escasa ambición personal. Mientras que el pasivo cuenta con inteligencia interpersonal como para preocuparse por lo que piensan los demás, anda escaso de intrapersonal. El agresivo tiene la intrapersonal necesaria para saber lo que quiere, siente y opina, pero anda falto de la interpersonal.

El manipulador es la ambigüedad. No sabe decir no, ni muestra su disconformidad de forma clara. Para conseguir lo que se propone disfraza sus sentimientos y pensamientos. Divaga y se contradice sin parar. Utiliza la adulación y la alabanza para dominar al otro. Habla mucho y, a menudo, confunde a los demás y los lleva por donde quiere. Es un falso escuchador, puesto que hace como que escucha, pero no para de interrumpir a los demás, dificultando su participación.

Ejemplos de los diferentes tipos de comunicación:

1. – En la tienda, el dependiente devuelve mal el cambio:

  • Sumisa: marcharse sin decir nada, aun pensando que nos han tomado el pelo.
  • Agresiva: ¿pero se piensa usted que soy tonto? ¡Devuélvame lo que me falta inmediatamente!
  • Asertiva: perdone, pero creo que ha habido un error en el cambio. ¿Podría comprobarlo?

2. – El jefe me pide que trabaje todos los días un par de horas más, sin pagarlas como extraordinarias.

  • Sumisa: no se preocupe, sé que debo dedicarme algo más. Interiormente piensa: seguro que ve que mi rendimiento no es bueno, y si no lo hago me echa.
  • Agresiva: con tono irascible, pero contenido: ¿esto también es por la empresa? habrá que venir, qué remedio. Interiormente piensa: ¿qué se habrá creído este cretino?
  • Asertiva: Perdón, ¿hay algún motivo especial para venir fuera del horario laboral? ¿Es voluntaria la asistencia?

3. - Mi pareja ha vuelto a hacer lo que le he dicho mil veces que detesto y al hacerlo me he cabreado mucho:

  • Manipulativo: ¡anda!, ya he visto que lo que te dije te lo has pasado por ahí, y sabes cómo me haces sentir que no lo hagas, así que yo que tú lo haría no vaya a ser que vuelva a hacer lo que tanto te molesta. Además, cuando haces estas cosas, ¡sabes cómo me pongo y no creo que eso te guste para nada!
  • Pasivo: aunque lo ha vuelto a hacer no digo nada, pienso que quizás es mucho lo que le pido, y acabo pensando que quizás sea yo el que tiene que cambiar.
  • Agresivo: ¡No ves, siempre estás igual! ¡Mira que te lo he dicho mil veces, pero tú siempre haces lo mismo y me haces sentir que nunca sirve para nada lo que te digo!
  • Asertivo: Cariño, he visto que has vuelto a hacer lo que te dije que me molesta. Cuando haces esto yo me siento triste porque ya te lo he dicho otras veces y lo sigues haciendo. Me gustaría que me dijeras si hay alguna forma para que te acuerdes de hacer esto la próxima vez, ya que si lo haces yo me sentiré mucho más feliz, contento y escuchado.

martes, 21 de marzo de 2023

LA ASERTIVIDAD

Es la capacidad de comunicar nuestros sentimientos, opiniones y necesidades, sin ofender.

Es la habilidad que nos permite, expresar las emociones de manera libre y sosegada, defender nuestros derechos e intereses de manera directa, precisa, sencilla, y en el momento adecuado, sin agredir, ni dejarse llevar por la ira, o el llanto.

Es saber pedir lo que se desea, negarse a hacer lo que no se desea, y protestar cuando lo considera necesario de manera adecuada y serena.

Expresa algo nuestro de cara a los demás (inteligencia intrapersonal), mientras que la empatía es lo contrario, nos ayuda a comprender a los otros (inteligencia interpersonal).

La autoestima es una forma de aprecio para consigo mismo e implica cuidados hacia sí mismo. Las personas con más autoestima desarrollan mayor grado de asertividad.

Tras nuestros actos hay una necesidad no satisfecha. Si te centras en comprender tus necesidades y las de los demás, y no en ganar las discusiones, tus relaciones sociales serán mucho mejores, pues la asertividad nos facilita en equilibrio entre la agresividad y la pasividad.

Técnicas asertivas para manejar las conductas ajenas

Unas técnicas serán para reducir la ansiedad (relajación: Técnica progresiva de Jacobson, o Entrenamiento autógeno de Schultz) y la respiración, y otras para la discusión, usando los estilos, tipos o técnicas comunicativos: agresivo, pasivo, manipulativo y asertivo.

El fin de la comunicación asertiva es la empatía, por ello se debe hacer de la asertividad, un modo de vida, paso a paso, y con mucha práctica. Comienza con situaciones de bajo riesgo, para ir cogiendo práctica y confianza. La prisa sólo conduce a practicar situaciones difíciles antes de estar bien preparado. Habrá ocasiones en las que no tendrás éxito, pero vuelve a intentarlo con más ganas, ya que, como cualquier otra conducta, es algo que se aprende con la práctica. Establece un programa de entrenamiento con pasos como:

  • Observa las conductas de otros, especialmente de quienes logran su meta. ¿Cómo lo hacen? ¿Qué dicen y de qué manera? Es más importante cómo decimos las cosas que las cosas en sí.
  • Comienza por situaciones sencillas, con personas que te den confianza y se presten al ejercicio.
  • Ensaya y practica las conductas con la persona con quien nos resulta difícil mostrarnos asertivos.
  • Coge una única técnica y pruébala con esa persona y en la situación que sabes que seguro vas a poder aplicar. Escribe cómo fue la situación y qué sentiste física, y emocionalmente. Si no obtuviste lo que querías analiza qué ocurrió y piensa qué necesitas para realizarlo. Si salió como esperabas aplícala en otra situación o coge otra técnica y otra persona.
  • Evita las personas tóxicas. Si estás obligado a comunicarte con ellos, no expongas tus sentimientos y opiniones.

Hay estrategias de defensa: Disco rayado. Recorte. Aserción negativa. Ignorar selectivamente. Separar los temas. Ofrecer disculpas. Preguntas. Desarmar la ira. Banco de niebla. Interrogación negativa.

Y estrategias de ataque: Reforzamiento tipo sándwich. Repetición. Inversión. Aserción negativa de ataque.

Disco rayado. Consiste en repetir la misma frase una y otra vez de forma paciente y tranquila, sin entrar en justificaciones, argumentos ni excusas. El objetivo es ser persistente en lo que queremos, o no queremos. La frase no debe ser larga y, diga lo que diga el interlocutor, no dejamos de repetirla. El tono verbal será serio y sin variación de volumen y entonación (para que no se nos confunda con un tono de sorna o sarcasmo). Es muy útil ante una persona insistente, y cuando queremos rechazar algo. Ejemplos:

¿Vamos a tomar algo después del trabajo? -No puedo. Hoy estoy muy cansado. Venga, que hace ya un mes que no salimos. -No puedo. Hoy estoy muy cansado. De verdad, no sé por qué a veces eres tan aburrido. -No puedo. Hoy estoy muy cansado. El único día que puedo salir en mucho tiempo y me lo chafas. -No puedo, en serio. Hoy me encuentro muy cansado. Bueno. Hablamos.

Buenos días, estamos ofreciendo la nueva tarifa que aglutina móvil, fijo y fibra. -No, gracias, no estoy interesado. Con esta oferta se ahorrará 50 € al mes y según vemos… -No estoy interesado, muchas gracias. Si tuviera cinco minutos le explicaría como podrá ahorrarse al mes… -Muchas gracias, pero no estoy interesado. Bueno, muchas gracias por su tiempo.

Recorte. Consiste en proporcionar una cantidad mínima de información para obligar al otro a expresarse abiertamente cuando sentimos que quiere transmitirnos algo de forma indirecta. Se utiliza cuando somos atacados y no estamos seguros de haber cometido un error. Contestamos si, o no, esperando que la otra persona aclare el asunto, para luego comunicarnos de forma más natural. La jefa nos dice: las muestras del laboratorio que te pedí aún no están preparadas, a lo que respondemos: sí, es cierto; y esperamos a que la otra persona nos defina la cuestión antes de responder y arriesgarnos a meter la pata.

Aserción negativa. Se trata de responder de manera irónica o positiva a una provocación o crítica hostil. Consiste en reconocer un error propio (aserción negativa) y asumir los problemas, ante quien nos critica de modo insistente, sin excusarnos por tener esos defectos. Así, dejamos sin argumentos al interlocutor, mostrando una mayor seguridad y conocimiento de uno mismo. Has llegado tarde, -Es cierto, lo siento. Nunca se puede confiar en ti cuando hay un problema. -Es cierto a veces soy un poco despistado o no sé bien cómo hacer las cosas. (Aunque cometas errores, no puedes estar siempre disculpándote por todo).

Ignorar selectivamente. Consiste en atender o no atender, de forma selectiva, a aspectos del contenido del habla del otro que puedan representar tanto temas de interés como manifestaciones ofensivas o injustas. Así, lo que hacemos es extinguir algunas respuestas que no nos interesan y reforzamos las que puedan ser constructivas. La dificultad de la técnica está en realizar una adecuada discriminación de los aspectos a ignorar del discurso del otro. Nuestra pareja nos dice: no recoges tus cosas, no estás pendiente de mí, a ver cuándo me sacas a cenar. Respondemos atendiendo selectivamente al aspecto constructivo: este viernes voy a reservar un restaurante japonés en el centro.

Separar los temas. Si el otro introduce varios temas entremezclados, nos conviene separarlos y abordarlos de forma diferenciada, para no generar confusión, ansiedad o culpa. Organizamos los temas por su importancia y emplazamos para más tarde los aspectos menos relevantes. Nuestro padre nos dice: nunca haces la cama, te vas sin despedirte y haces sentir muy mal a tu hermana. Respondemos centrándonos en primer lugar en el malestar que le provocamos inconscientemente a nuestra hermana: ¿qué puedo hacer para que no se sienta así? y después procedemos a tratar los otros temas: respecto a hacer la cama, me comprometo a dejarla hecha todos los días antes de ir al instituto y si no me doy cuenta de despedirme es porque salgo escuchando música, pero prometo fijarme más a partir de ahora.

Pregunta asertiva. Con esta técnica pretendemos ayudar a que el otro se dé cuenta de una reacción impulsiva, no pensada, sobre todo cuando el interlocutor ha sido agresivo de forma no verbal. Cuando una persona te lanza críticas bien intencionadas, podrás crearle confusión, y darte ventaja, si le das la razón y le preguntas cómo lo haría él si estuviera en tu lugar. Preguntar de forma directa los detalles que han dado lugar a la crítica o al ataque contra mí, para que nos clarifique lo que hemos hecho mal y cómo podemos hacerlo bien. Entiendo que no te guste el modo en que actué la otra noche. ¿Qué fue lo que te molestó? ¿Qué hay en mi forma de hablar que te desagrada? ¿Cómo quieres que cambie para que esto no vuelva a ocurrir? No dar nada por sentado, preguntar al otro lo que piensa, lo que siente y lo que quiere. El dependiente de una tienda pone mala cara al ver entrar a un cliente, le atiende entre murmullos desagradables y mira continuamente su reloj, le preguntamos: ¿tiene prisa? o ¿le ha parecido mal algo de lo que he hecho?

Aplazamiento asertivo, o ignorar. Desarmar la ira. Esta técnica se utiliza para frenar una escalada en el conflicto. En el momento de la discusión, si no cuentas con la suficiente información para afrontarla, mediante el aplazamiento asertivo, y sin pedir perdón pues no sabes si es tu culpa, la pospones, ganando tiempo y evitando renunciar a tu opinión o derecho, pidiendo al otro discutir en otro momento o ambiente. Se usa cuando el interlocutor está mal, nervioso, alterado, enfadado, etc. Es conveniente expresar de forma abierta y con un tono de voz moderado, que se aplaza la discusión hasta que este se haya calmado. Con esto conseguimos que el otro se enfríe emocionalmente, que pueda pensar mejor y además vamos a tener mayor probabilidad de resolver con éxito el tema en cuestión. Una de las técnicas asertivas que mejor funcionan es desarmar al otro con un reconocimiento de su labor, de su persona o su tarea, para después pasar a expresar lo que necesitamos. Veo que estás muy enfadado, así que mejor lo hablamos en otro momento. Es un tema muy interesante, pero lo discutiremos, no quiero hablar de eso ahora, porque estoy mal¿Cómo no has sido capaz de solucionar esto? Mira, había más personas responsables de esa tarea. ¿Podemos aplazar esta conversación para analizar qué es lo que ha pasado? (Si contestas: No lo tengo muy claro. Intentaré arreglarlo lo antes posible. Lo siento). Si no tienes clara la causa de un problema y te pilla desprevenido, pide un tiempo muerto. Analiza la situación y reflexiona antes que pedir perdón. Así mientras puedes encontrar una razón para el problema antes de tener que reaccionar sobre algo de lo que no estás seguro.

Banco de niebla. Consiste en esquivar con tranquilidad, que puede tener parte de razón en las críticas que recibimos, o simplemente no negar ni confrontar una crítica, para cerrar parte de la discusión, pero sin renunciar a nuestra postura. Usándola, ignoramos los puntos que pueden llevarnos a responderle de forma agresiva, y al aceptar que existen aspectos en su crítica con las que estamos de acuerdo, llegamos a un punto medio, pero sin transmitir que estamos de acuerdo con toda su crítica. Es eficaz cuando nos critican, y útil para no entrar en discusión sobre quien tiene o no la última palabra (nos hacemos el sordo), para cuando te quieren vender algo, o cuando nos mienten para conseguir algo. Has ganado mucho peso. Quizás tengo que empezar a cuidarme. Nuestra pareja nos critica. Nunca haces nada en casa, eres un vago, a lo que respondemos: es verdad, a veces me comporto como un vago, en vez de contestarle con una defensa (yo traigo el dinero a casa), que lo único que conseguiríamos sería echar más leña al fuego y avivar el conflicto. Al dar la razón al otro, podemos hacerlo con diferentes respuestas:

  • La verdad de la crítica: nunca vienes a casa a comer, dejas de lado a tu madre; responder, tienes razón ya no como en casa, pero mi nueva situación familiar no me lo permite.
  • La posibilidad de lo que dicen: menudo inútil, pero ¿cómo has hecho esto tan mal? responder es verdad, a veces podría hacer las cosas de forma más eficaz.
  • La declaración lógica que nos lanzan: si no pides perdón a tu padre no querrá saber nada de ti; responder puede que tengas razón y no quiera volver a verme, pero todavía no estoy listo para hablar con él.

Pedro, ¿me dejas tu coche para un viaje? Prefiero no hacerlo tío. Pero bueno, no me puedo creer que seas tan egoísta, si yo te lo dejé la última vez. Tienes razón, me lo dejaste la última vez y puede que sea egoísta, pero prefiero no dejártelo.

Interrogación negativa. Consiste en pedir aclaraciones al interlocutor que nos ataca, si sentimos que la crítica no tiene fundamento. Para que el otro se muestre menos manipulador conmigo le invitamos a que formule las críticas que pueda albergar, así obtenemos más información y podemos saber si son críticas sinceras o manipulativas. Siempre soy yo el que lo tiene que hacer todo. Perdona. ¿Me puedes explicar eso de que siempre lo haces todo? (no debe haber silencio, pues es mejor tratar de solucionarlo que evitar la conversación). Así el interlocutor expondrá sus ideas y opiniones de forma clara. Dejándolo hablar sin interrupciones, podrás valorar si su queja está justificada o no. Un amigo nos dice: los viernes siempre vas a cenar a un restaurante con tu novia. Le preguntamos ¿qué tiene de malo que vaya a cenar con Isa? Así, nuestro amigo nos puede decir: me gustaría salir algún día de fiesta contigo, como hacíamos antes (y conocer el trasfondo de su crítica inicial). Si le hubiésemos contestado defendiéndonos: pues a ti no hay quien te vea los sábados de partido, nuestra comunicación escalaría en hostilidad y no nos llevaría a ningún punto constructivo. ¿Qué es lo que no te gusta de mi forma de hablar?, ¿qué quieres decir con eso?, ¿a qué te refieres concretamente?

Reforzamiento tipo sándwich. Este implica presentar una idea positiva antes y/o después de una negativa. Así se expresa un desacuerdo o petición de cambio de conducta de forma muy sutil y educada. ¿Te gusta como he preparado la carne? Si no estamos muy convencidos: está muy sabrosa (positivo), le pondría un poco menos de pimienta la próxima vez (negativo), pero está en su punto (positivo).

Repetición. Cuando pensamos que no estamos siendo debidamente escuchados, le pedimos al otro que repita lo que le estábamos diciendo. De esta forma aumentamos la probabilidad de que nos escuche ¿Qué opinas de lo que estoy contando?

Inversión. Cuando le pedimos algo a nuestro interlocutor y este responde con rodeos y sin claridad, le pedimos que conteste “sí” o “no”. Así conseguimos, no sólo que el otro se moje, sino que también aumentamos la probabilidad de que en las próximas ocasiones nos conteste “sí”, ya que las personas recordamos mejor nuestras contestaciones negativas directas que las indirectas y tratamos de ser justos con el que tenemos enfrente, equilibrando las contestaciones positivas con las negativas. Preguntamos a un amigo ¿te apetece venir a tomar algo? Contesta: pues no se la verdad, por un lado, me apetece, pero no sé, tengo que ir a…, procedemos a la inversión: dime si o no.

Aserción negativa de ataque. Esta responde a una estrategia comunicativa muy utilizada al revelar el temor de que algo que vamos a decir puede molestar o irritar al otro. Por tanto, consiste en anticiparnos a cómo puede reaccionar nuestro interlocutor utilizando una frase amortiguadora. Un amigo nos pide dar un paseo en nuestra moto nueva y le decimos: no pienses que no me fío de ti, pero no le dejo mi moto a nadie.

Acuerdo parcial. Cuando nos ponemos en el lugar del otro, tratando de entender sus opiniones, emociones y problemas, sin abandonar las nuestras, procurando encontrar un punto intermedio y bueno para ambos. Escucha a la otra persona, analiza si tú también has cometido algún error. ¡Es que yo ya he trabajado en ello muchas horas y me estoy empezando a cansar! -Es cierto que has trabajado mucho en la tarea. Ambos lo hemos hecho. Y como es responsabilidad de ambos, vamos a llegar a un punto intermedio y lo acabamos juntos. (si contestas: ¿Y yo qué? Yo también he trabajado mucho en esto y una vez esté listo, tengo más cosas que hacer que tú. La técnica del “y yo/tú más” nos lleva a una conversación dirigida por el ego de cada persona, en la que cada uno intentará quedar por encima del otro, llegando incluso a degradar el tono de la conversación).

Acuerdo asertivo. Admitir que he cometido un error, pero separándolo del hecho de ser buena o mala persona. Es útil cuando la persona tiene razón al estar enojado, pero no estamos de acuerdo con la forma de decírnoslo. Te he estado esperando. -Sí, me olvidé de la cita que teníamos para comer, en general suelo ser más responsable. Aunque hoy haya llegado tarde, no quiere decir que sea impuntual.

Autorrevelación. Exponer en primera persona cómo uno se siente o piensa. Consiste en compartir con el interlocutor aspectos que te hacen ser persona y no conocerá si tu no se los muestras (hechos objetivos, opiniones, valoraciones personales y emociones o sentimientos íntimos). ¿Cómo puedes comer eso? -Porque me gusta. Favorece la revelación de los aspectos positivos y negativos de uno mismo para estimular la comunicación con los otros y reducir la manipulación.

Claudicación simulada. Aparenta ceder terreno, dando parte de la razón al otro, pero sin cederlo realmente. Hay que mostrarse de acuerdo con el argumento de la otra persona, pero sin consentir cambiar de postura. Es posible que tengas razón, podría ser más generoso, quizá no debiera ser tan duro, pero…

Quebrantamiento del proceso. Si la conversación empieza a ir por derroteros que pueden llevar a la agresividad o la descalificación, es el momento de utilizar esta técnica, para romper con la espiral de agresividad que genera el interlocutor. Contesta a la provocación con monosílabos, sí; no; quizá.

Procesamiento del cambio. Consiste en desviar el foco de atención. Desplaza el tema para ver qué es lo que ocurre realmente entre ambos.

Técnica de la “ABC + Z”. Consiste en expresar de manera asertiva, que es lo que sentimos ante la actuación del otro, y no limitarnos sólo a una crítica destructiva. Para convertirla en constructiva, explicamos como nos hace sentir su comportamiento y además nos comprometemos a mejorar el nuestro, intentando que no pase en el futuro. “Si haces o dices A, me siento B, y me hubiese gustado que hicieses C. Además, podemos incorporar a la ecuación la Z, por mi parte me comprometo a…”

  • A “Cuando haces o dices…” Al exponer lo que te ha molestado habla del comportamiento y no de la persona. No utilices palabras como “nunca” o “siempre” y juzga la conducta objetiva.
  • B” Me siento…” Hazlo sin dramatizar, y deja que la persona te explique cómo se ha sentido ella ante esa misma conducta, sin hacer juicios de valor.
  • C “Me hubiese gustado que…” Habitualmente nos centramos en A y B, no dando la oportunidad al interlocutor de saber qué es lo que nos hubiese gustado. Nos centramos en la crítica, provocando que la misma situación se repita en el futuro. Si proponemos una alternativa de cambio, nos acercaremos más a la solución del problema.
  • Z “Por mi parte me comprometo a…” El gran olvidado en las confrontaciones. Puede parecer que cedemos al comprometernos a Z, pero los primeros beneficiados somos nosotros. Es un ejercicio de autocrítica, y si lo conseguimos, adquirimos responsabilidad ante la situación y aprendemos a poner un poquito más de nuestra parte.

PARA SER ASERTIVO

Crea un entorno favorable. Al hablar con alguien haz un esquema de la situación, elige el lugar y momento adecuados, en el que no os interrumpan y estéis cómodos. Luego le miro a la cara, gesto relajado, voz audible, ritmo adecuado, naturalidad, y le digo algo concreto y particular. Es normal sentir un grado inicial de ansiedad. Si es la persona la que está mal, decido hablarlo en otro momento más adecuado para ella, pero si soy yo el que no se encuentra bien, quizás necesite respirar profundamente, o hablar antes con otra persona, o tomar un poco el aire, o esperar uno o dos días.

Reemplaza los pensamientos negativos por positivos al hacer valer tus derechos. No puedes cambiar tus emociones, pero sí la forma en que las interpretas. Evita pensar cosas como “Soy un mal amigo por no dejarle dinero a mi colega” y cámbialo por una visión más positiva y personal “Merezco que me respeten y no puedo dejar dinero a quien nunca me lo ha devuelto”.

Defiende tu verdad. Aunque sea desagradable hay que decirla, y a menudo la más dura es la más valiosa. La verdad que nunca te podrá ser negada es cómo te sientes. Nadie podrá discutir si estás contento, triste o enfadado, porque son tus sentimientos (lo único real e indiscutible). Imagina que has quedado para una primera cita. Esperas 10, 20 y 40 minutos hasta que decides llamar, pero el móvil está desconectado. ¿Qué piensas? Que te ha plantado, sobre todo si te ha ocurrido antes. Pero y si de camino se le ha estropeado el móvil, o se ha equivocado de calle.

Haz una petición, activa, concreta, objetiva y sin juzgar. Identifica y expresa tus sentimientos usando el yo en lugar de tú. La gente no es adivina, ni sabe lo que te molesta o esperas de ellos. Ve al grano, pues cuanto más claro tengas lo que quieres, más probable será que lo consigas. Una vez tengas un objetivo, no te apartes de él. Tu objetivo es ése, y no ganar la discusión. Identifica y expresa con detalle tu necesidad para que el otro pueda decidir si quiere ayudarte. Al juzgar lo ocurrido, evita palabras críticas (siempre, nunca, todo y nada), así lograrás que la gente no se sienta agredida ni juzgada antes de empezar a tratar el problema. Usa frases como: Quiero/no quiero que... Me gustaría que... ¿Te importaría... No me gustó que hicieras eso/me gustó que hicieras eso. Tengo una opinión diferente, creo que... Estoy de acuerdo en esto…, pero no estoy de acuerdo con esto... Es importante expresar lo que quieres como lo que no quieres. Otra de las ventajas del mensaje “Yo” es que es muy difícil de discutir porque expresa lo que sientes (emoción o sensación), crees y opinas, y hace que el otro se muestre más receptivo a tus peticiones. Usa el yo me siento…, evitando el tú me haces sentir, y menos uniéndolo con las palabras críticas pues adoptará una actitud defensiva que impedirá que escuche, y generará una excusa, distancia o enfado por su parte. Tus sentimientos son la única realidad que no admite discusión, y aunque sean negativos, es una de las formas más eficaces de generar empatía. Me siento solo (es una experiencia emocional tuya), pero siento que no me quieres (es una interpretación de los sentimientos del otro, y puede ser errónea). Usa frases que empiecen por yo, como: "yo no estoy de acuerdo contigo, en vez de decir: "Tú te equivocas", o "(A mí) me gustaría que ordenaras esto", en vez de "(Tú) deberías ordenar esto". Sugerir que alguien está equivocado o es desordenado, vago, etc., y debería cambiar, crea resentimiento. Me siento muy desilusionada cada vez que me prometes algo y lo incumples de nuevo, es mucho mejor que ¡Nunca cumples tus promesas!

Añade motivos a lo que pides. Una petición no la hagas a cambio de otra cosa, o como exigencia. Dar motivos es una excelente forma de reducir las probabilidades de que te rechacen porque tu interlocutor verá que hay una razón real que sustenta tu petición, y no un capricho. Siempre que proporciones motivos concretos, tanto al pedir algo como al negarte, conseguirás que tu mensaje sea más convincente y menos agresivo. Es bueno ofrecer alternativas y expresar cómo nos harían sentir, para tener más posibilidades de que acepte cambiar su actitud. Es importante realizar tus peticiones en forma de pregunta (preguntar es mejor que pedir). Si topas con un no, deberás continuar dialogando para encontrar nuevas posibilidades que permitan satisfacer las necesidades de ambos. Me gustaría/te propongo que la próxima vez en lugar de hacer lo que has hecho, hicieras lo que te comento. Así yo me sentiré más tranquilo, contento, escuchado y, al fin y al cabo, más feliz. ¿Me estoy explicando bien? ¿Qué opinas tú de esto? ¿Qué quieres hacer tú? Esto ayuda a corregir cualquier malentendido que pueda haber y ayuda a los demás a entender que tú estás expresando una opinión o un sentimiento, en vez de hacer una exigencia o dar una orden.

Reduce tu ansiedad con el lenguaje corporal. Ten en cuenta que al comunicarte con los demás no solo lo haces con la palabra (enlace comunicación no verbal), sino también con tus gestos, miradas, postura… No te encojas ni empequeñezcas tu postura, mantén una postura corporal firme, espalda erecta, cuello erguido sin mostrar debilidad a tu interlocutor ni a ti mismo. La llamada “postura de poder”, es la que hace tu cuerpo tan grande como sea posible, como la posición que adoptan los deportistas cuando ganan una competición, o las personas cuando están orgullosas. Haz que el lenguaje verbal y el corporal estén en consonancia.

Encuentra tu necesidad real no satisfecha. Debes de tener claro que tus sentimientos los crean tus necesidades (te sientes bien si tus necesidades están satisfechas, y mal si no lo están). El camino a la acción es el proceso mental a través del cual, recibes una información, la mezclas con tus conocimientos y necesidades para transformarla en pensamientos, que te causan sentimientos y la forma de actuar. Todos compartimos las mismas necesidades: seguridad, identidad, aprecio, vitales (comer, dormir), libertad, comprensión y diversión. Todos necesitamos sentirnos apreciados, seguros o comprendidos. Cuando no entiendas los motivos de alguien para hacer o decir algo, para enfadarse o deprimirse, pregúntale qué necesita. Mostrar tus necesidades te ayuda a empatizar con los demás porque hablas en un lenguaje universal, y eso provoca que también sientan la necesidad de abrirse. Las necesidades son el motor del comportamiento, y las críticas que la gente emite son el reflejo de que no las ha satisfecho. Si alguien te dice “Es que nunca me escuchas” lo que comunica realmente es que su necesidad de comprensión no está cubierta. Si tu pareja te recrimina que, te importa más tu trabajo que ella, lo que en realidad te está diciendo es que necesita más afecto.

Algunos comportamientos no asertivos son:

  • Los demás con frecuencia logran que hagas lo que ellos desean o que pienses como ellos.
  • Te resulta difícil expresar tus sentimientos positivos y negativos abiertamente.
  • A menudo pierdes el control y te enfadas con otros de manera injustificada.

Algunos ejemplos de comunicación asertiva:

  • Has trabajado mucho para terminar este proyecto (conducta) y estoy muy orgulloso de ti (cómo te sientes). Seguro que tendrás éxito en tu negocio (consecuencias).
  • A menudo entregas tus proyectos tarde (conducta) lo que me molesta bastante (cómo te sientes) porque parece que el departamento está desorganizado (consecuencias). Quiero pedirte que a partir de ahora seas puntual en la entrega (solución).
  • Cada vez que me dices lo que debo hacer (conducta) me siento amenazado (cómo te sientes) porque gritas mucho y me señalas (más detalles), y me gustaría que dejaras de hacerlo de esa manera (solución).
  • Si quiero que mi jefe me suba el sueldo, el objetivo es salir de la reunión con la confirmación. Existe un coste emocional, no quiero que la discusión que tengamos influya para más tarde. Siendo consciente de estos puntos prepararé la discusión para saber cómo decir las cosas porque he decidido que lo que más me importa es el objetivo, me da igual si me quedo tocado un par de días y de si luego mi jefe me lo pagará cuando trabaje con él, pero priorizo el objetivo.
  • Estoy preocupado porque últimamente noto a mi pareja rara. Mi objetivo es hablar con ella, preguntarle si le ocurre algo y transmitirle mi preocupación. Es una situación conflictiva porque mi pareja se mosquea cuando le hago este tipo de preguntas. Evalúo el coste emocional y pienso que si no se lo digo voy a estar preocupado toda la semana, y si lo hablo me quitaré un peso de encima y estaré más tranquilo, seguro y confiado. Pensando en la relación si tenemos esta charla acabaremos discutiendo y seguramente no me hable en lo que queda de día y se enfade. Evaluando los tres puntos decido priorizar el coste emocional que tendré si no lo hago (y por tanto lo hago) y aunque pueda enfadarse, hablaré con ella.
  • Entiendo que puedas haberte olvidado de invitarme a cenar. Pero siento la necesidad de hacerte saber que, cuando tú te olvidas, yo me siento excluido y triste. Esto es asertivo porque me hago responsable de mis emociones, no es que él me hace sentir excluido, sino que yo me siento excluido con sus acciones.
  • Disculpa Juan, veo que no te gusto el comentario de Ana cuando comentó acerca de cómo encarar este trabajo. ¿Tienes una idea diferente? ¿No estás de acuerdo con su punto de vista? Está hablando de forma directa y poniendo en palabra la emoción de la otra persona, además le da la palabra y lo invita a participar en el dialogo.
  • Perdón Pablo, estoy haciendo un esfuerzo, pero no estoy entendiendo del todo lo que me estas explicando, ¿podrás explicarlo de otra manera o dando ejemplos? Primero pido disculpas, luego le comento que estoy prestando atención y me interesa lo que tiene para decir y por último realizo el pedido de que me lo explique. Es importante que el pedido (yo ya escuché y no lo entendí) es que lo explique de otra manera para que pueda comprenderlo.
  • ¿Me explico de forma correcta? Es una frase a utilizar para reemplazar al ¿me entiendes? Es más asertiva ya que la responsabilidad la asume el orador y no el destinatario.
  • Quieres pedirle a un compañero de trabajo que deje de presentar los proyectos en equipo como si él fuera el único responsable. En lugar de explotar, uso un esquema asertivo y di: Las dos últimas veces que has presentado el proyecto no has mencionado mis aportaciones (observación) y eso me desconcierta (sentimiento) porque me gustaría que se reconociera mi trabajo (necesidad). ¿Te importaría mencionar de qué forma yo también he colaborado la próxima vez que lo presentes? (petición)
  • Si tu pareja se pasa varias horas al día viendo la tv. y lleváis meses sin hacer algo juntos. Utiliza la forma asertiva y di: Llevamos meses sin salir a hacer algo juntos (observación) y eso me entristece (sentimiento) porque me gustaría sentir que me quieres (necesidad). ¿Podemos salir este sábado a cenar a nuestro restaurante favorito? (petición)
  • Trátame con respeto es mejor (que no me grites) porque expresa lo que sí quieres, pero es demasiado vago y no concreta. En cambio ¿Te importaría dejarme terminar de hablar y bajar la voz conmigo? sí que expresa lo que quieres.
  • No me gusta que llegues tarde, no es ni concreto ni comunica la acción que esperas de alguien. Me gustaría que fueras puntual, expresa tu deseo, pero tampoco lo especifica. Pero ¿Cómo crees que puedo conseguir qué llegues 5 minutos antes a las reuniones? sí que informa de lo que esperas en esa persona.

ANALOGÍA

El término analogía proviene del griego “ana” (reiteración o comparación) y “logia” (razón).   La analogía por su etimología es la relació...