El término hidrometeoro se
aplica a los fenómenos atmosféricos producidos por el agua en cualquiera de sus
estados. El vapor de agua ocupa un 4 % del volumen de la atmósfera cerca de la
superficie terrestre y se encuentra ausente por encima de los 11 km de altura (tropopausa).
Este vapor de agua pasa a la atmósfera por evapotranspiración, y luego el
viento atmosférico lo transporta a capas superiores. Su característica esencial
es que muestra una clara disminución con la altura y su gran variabilidad en el
tiempo y en el espacio. Así, la concentración de vapor de agua es máxima
durante los meses estivales y en las bajas latitudes, aunque existen
excepciones como en los desiertos donde la humedad del aire es muy baja. Su
papel es esencial puesto que, transfiere energía a la atmósfera en forma de
calor latente de vaporación, tiene una gran capacidad de absorción de radiación
de onda larga emitida por la superficie terrestre y son el origen de las nubes
y de todos los hidrometeoros que podemos clasificar como: lluvia (lluvia de
barro, llovizna, chubasco), nieve (nieve rodada o granizo blando, aguanieve),
granizo (pedrisco, granos de hielo y de nieve), nube, niebla, neblina y bruma,
rocío, cencellada, escarcha y verglás o carámbanos.
La orografía es la rama de
la Geografía física que describe los accidentes naturales de la superficie terrestre.
Estudia la evolución del relieve, y en su descripción toma como punto de
referencia el nivel del mar. Los sistemas orógenos son los principales
conjuntos montañosos emergidos del choque entre las diversas placas
litosféricas. El relieve, además de configurar el paisaje, es en elemento
básico a la hora de determinar los tipos de climas y microclimas, ya que no
sólo afecta al régimen térmico produciendo una clara disminución de la
temperatura del aire respecto al aumento de la altitud, sino que afecta a la
circulación general atmosférica y modifica el régimen pluviométrico de una
región. En España nuestros principales sistemas orográficos son los Pirineos,
la cordillera Bética, Sierra Morena, la cordillera Cantábrica, el sistema
Central y los montes de Toledo, el macizo Galaico-Leonés, cordillera
Costero-Catalana, y el Teide.
La humedad atmosférica. Es la cantidad
de vapor de agua existente en el aire, y su concentración depende de la
temperatura, siendo más elevada en las masas de aire caliente que en las frías.
Dicha cantidad de vapor de agua por unidad de volumen de aire varía mucho ya
que el agua se puede encontrar en tres estados posibles. Su función principal
es regular la temperatura terrestre. Además, los organismos vivos necesitan que
el aire que respiran contenga una cantidad de humedad, y si disminuye por
debajo del 30 %, se producen efectos perniciosos en las vías respiratorias,
mucosas y piel. Se mide con el higrómetro, y se expresa mediante los conceptos
de humedad absoluta, específica, o relativa del aire:
- Absoluta: es
la masa total (densidad) de agua existente en el aire por unidad de volumen y
se expresa en gr/m3 de aire. La humedad atmosférica terrestre tiene
un valor medio de 12 gr/m3, aunque puede variar entre los 0 y los 40
gr/m3.
- Específica: es
la masa de agua en estado gaseoso en un km de aire húmedo, y se expresa en
gr/km de aire.
- Relativa:
representa la relación porcentual entre la cantidad de vapor de agua real
existente en la atmosfera y la máxima que podría contener a igual temperatura.
La humedad absoluta y la
específica aumentan en función de la temperatura, mientras que la relativa es
inversamente proporcional a dicha temperatura al menos en las capas bajas de la
atmósfera, donde su valor mínimo corresponde a las horas de mayor calor, y el
máximo a las madrugadas.
La humedad que constituyen las
nieblas tiene dos orígenes posibles, por difusión y pérdida de humedad del
suelo y masas de agua superficiales, o por la condensación directa de la
humedad atmosférica de las capas de aire situadas por encima. Caso en el que se
hace necesario la existencia de pequeñas turbulencias con vientos no superiores
a los 3 m/s, que permiten la mezcla entre ambas capas de aire, sin llegar a
disipar las pequeñas gotas de agua al condensarse.
Nube. Es una masa
de gotitas de agua o partículas de hielo diminutas que están en suspensión en
la atmosfera. El diámetro de las gotitas de una nube está entre los 0,006 y
0,127 mm, pues las precipitaciones se producen a partir de este límite. La
localización de las nubes varía desde muy próxima a la superficie terrestre
(niebla), hasta más de 10 Km de altitud. Para que se forme una nube es
necesario que el aire sobrepase un grado de saturación, pero no suele llegarse
a estas concentraciones teóricas, pues la presencia de pequeñas y numerosas
partículas sólidas en suspensión, reducen enormemente la concentración de
partículas de agua necesaria para su acreción. Estas partículas se comportan
como núcleos de condensación o reacción exotérmica, de modo que cuando se
produce la condensación del vapor de agua se libera el calor empleado en su
evaporación (unas 600 calorías por cada g de agua). Una vez alcanzada la
saturación el aire ya no tiene capacidad para almacenar más vapor de agua, por
lo que, si bien disminuye la temperatura y/o aumenta la presión atmosférica, la
capacidad de la masa de aire de contener ese vapor desciende, originándose un
excedente que pasa de la fase gaseosa a la líquida por condensación, o a la
sólida por sublimación. (NUBES).
Tipos de niebla. La niebla es un fenómeno
atmosférico producido por la suspensión en el aire, de gotas de agua de tamaño
microscópico, pudiendo alcanzar grandes concentraciones, hasta constituir una
masa y disminuir la visibilidad. Hay una variedad de situaciones
en las que se puede crear niebla, pero todas se reducen a dos mecanismos
principales, bien porque el aire se enfría bastante cerca de la superficie, si hay humedad
suficiente disponible, hasta alcanzar el punto de rocío y pasar de la fase de
gas a líquido, o bien porque se da la evaporación desde la superficie terrestre. Variables como el viento
(dificulta su formación pues desplaza el vapor de agua y dificulta su capacidad
para congelarse), la temperatura (entre 0 y 5º C aumenta su formación), la
humedad relativa (superior al 95 % aumenta su formación), la presión, la
topografía (sus principales efectos son los flujos bloqueados, y los flujos de ladera
ascendentes y descendentes de los valles y montañas), y la nubosidad afectan a
su formación.
Los frentes cálidos a veces
lloviznan y es común identificar ambos fenómenos, sin distinguir entre llovizna
y niebla (niebla llorona, meona o chorrera, nieblas húmedas y sujetas a ligeras
precipitaciones). Las nieblas se pueden clasificar de dos formas:
- Por
visibilidad: Según los metros o Km que haya de visibilidad se clasificará como
niebla densa, niebla, neblina o bruma.
- Por la forma
de saturarse el aire: Niebla de radiación, de valle, advección, inversión, elevación
y de evaporación.
Las nieblas invernales tienen distintos
comportamientos según donde se formen. Hay dos casos extremos y complementarios
que son los sitios donde se dan muchos días de niebla que se deshacen cada
mediodía y los que son más difíciles de formarse pero que cuando lo hacen pasan
días sin ver el sol. En cuencas pequeñas el aire frío ocupa el espacio muy
rápido ayudado por el aire que desciende por las vertientes por gravedad. De igual
forma, en los valles pequeños, cuando sale el sol calienta el suelo y la niebla
se deshace más rápido. Esto hace que las cuencas pequeñas tengan muchas más mañanas
de niebla que los valles y cuencas grandes (en la cuenca del Duero, para llegar
al punto de rocío se requieren muchos días de estabilidad para que el aire se estratifique.
Estas nieblas quedan tan aisladas que para romperse debe llegar un frente tan
potente como para que mezcle el aire y rompa la inversión).
Niebla. Se forma cuando el aire se enfría y alcanza su
punto de rocío (temperatura a la que el vapor de agua se condensa en gotas
líquidas). Esto ocurre cuando el aire húmedo entra en contacto con superficies
frías, como el suelo o el agua. Durante la noche y en las primeras horas de la
mañana, cuando la temperatura desciende, es común que se produzca niebla, sobre
todo en zonas cercanas al agua. Durante los meses fríos, y en determinadas
mañanas de verano, no es raro que aparezca niebla. Cuando se
acumulan en zonas deprimidas de la orografía se llaman bancos de niebla. Con ella la visibilidad es
inferior a un km (se considera espesa con una visibilidad inferior a 200 m, y
densa si reduce la visión a unos metros). Es más común en las noches despejadas,
cuando se da un enfriamiento radiactivo lo que provoca que la capa de aire en
contacto con la superficie se enfríe. Puede alcanzar una gran intensidad,
pero de poca persistencia, ya que su duración se encuentra muy condicionada por
el viento y el ascenso de la temperatura, que aumenta paulatinamente desde la
alborada.
El enfriamiento adiabático sucede cuando el aire
húmedo asciende y se enfría adiabáticamente debido a la disminución de la
presión atmosférica a medida que sube. Si este ascenso conlleva que el aire
alcance su punto de rocío, se producirá la condensación y formación de niebla,
siendo común en áreas montañosas.
La niebla se suele producir en
zonas geográficamente deprimidas (valles y cuencas), y se considera un fenómeno
local, ya que su formación y extensión dependen de las características de la
masa de aire que queda cerca de la superficie en un área no demasiado extensa,
abarcando desde unos cientos de metros hasta km de extensión. En general en los
sistemas anticiclónicos el aire está casi estancado, lo que permite que las
masas de aire adquieran la temperatura y humedad de la superficie donde reposa.
La niebla se puede formar por
varias causas, que proceden de la condensación por mezcla de masas de aire o
por condensación por evaporación. En el primer caso se forman cuando la masa de
aire más húmeda es a la vez la más cálida. Se mezclan entonces las masas de
aire y se forman unas nieblas de rápido desarrollo con gran densidad y espesor.
Las nieblas de condensación por evaporación se producen cuando una masa de aire
frío se encuentra sobre agua más caliente. La evaporación del aire de esta masa
es muy activa y prosigue incluso después de estar el aire saturado. Se produce
un exceso de vapor que provoca la condensación. Son las típicas nieblas de las
estaciones frías sobre los ríos y lagos. Su espesor es pequeño, pero
persistente.
Niebla de mezcla. Se produce cuando dos masas de aire con
diferentes temperaturas y humedad se mezclan. Si la mezcla resultante alcanza
su punto de rocío se forma la niebla. Es común en regiones montañosas.
Neblina. Se forma de manera similar a la niebla, pero es menos
densa, con gotas más pequeñas y una visibilidad de uno a dos km. Se conoce
bajo la denominación de neblina de otoño a aquélla que se produce cuando una
masa de aire de características frías se desliza por encima de una superficie
líquida de temperaturas más cálidas. Este hecho conlleva la condensación de la
humedad existente y es un fenómeno característico de los lagos, durante las
primeras horas de los días otoñales.
La neblina frontal se forma cuando
la lluvia proviene del aire cálido y cae sobre el aire frío y estable. Si el
viento es ligero, la evaporación de las gotas de lluvia puede saturar el aire
cerca del suelo y crear niebla.
Bruma. Cuando la niebla comienza a condensarse y volverse
más ligera se forma con partículas de agua casi imperceptibles y una visibilidad de dos a
cuatro km. A menudo se forma por evaporación de agua (sobre todo del mar). Se produce cuando
la humedad del aire comienza a condensarse, lo que favorece la aparición de
pequeñísimas gotas, cuyo aspecto vaporoso produce una leve disminución de la
visibilidad mediante un típico enturbiamiento de la atmósfera. La bruma de la
costa contiene partículas minúsculas de sal, pero en zonas del interior contiene
partículas secas de polvo o contaminación imperceptibles al ojo humano.
La calima. Se produce
en áreas muy secas o zonas relativamente cercanas a los desiertos, ya que se
produce, sobre todo, por arena o polvo en suspensión trasladado por el viento. En
España es relativamente habitual (si hay viento del Este proveniente del
Desierto del Sáhara) ver el cielo enturbiado tiñendo el ambiente de un color
ocre o anaranjado que reduce la visibilidad.
Cencellada. Depósito de
hielo constituido por diminutos cristales, que le confiere una típica
coloración blanquecina al situarse sobre la superficie de objetos que se
encuentran por debajo de 0º C. Estos cristales de hielo se acrecen usualmente a
sotavento del obstáculo, al congelarse las diminutas gotas de agua que
constituyen las masas de niebla. Origina llamativas formas y pueden desarrollar
espesores considerables en ramas de árboles, tendidos eléctricos, etc. El
fenómeno de la cencellada se agrupa junto con otros hidrometeoros como el rocío
y la escarcha, así como dentro de las precipitaciones ocultas, ya que no ejercen
una importancia decisiva en el total de las precipitaciones de una región. La niebla que genera los
depósitos de hielo conocidos como cencellada es la niebla engelante (gotas que
se congelan al contacto).
Niebla de radiación o irradiación (llamada así porque el
suelo enfría el aire por la emisión de radiación infrarroja). Son las típicas nieblas estáticas que se forman en los valles y mesetas del
interior peninsular, sobre todo, en los meses invernales. El enfriamiento nocturno
junto al suelo, sin viento, da como resultado estos extensos bancos de niebla,
y que bajo situaciones propicias son persistentes. El aire cercano a la
superficie se enfría hasta el punto de rocío, creando pequeñas gotas de niebla
que se extienden desde el suelo hacia arriba. El enfriamiento del suelo origina
en un principio rocío, o escarcha (según se alcancen o no temperaturas por
debajo de 0º C); y luego la aparición de estratos y bancos de niebla según se
transmite paulatinamente el frío a capas de aire superiores. La niebla por
radiación suele disiparse poco después del amanecer a medida que el suelo se
calienta (la niebla se levanta), menos en:
Zonas de gran
altitud donde el Sol tiene poca influencia en el calentamiento de la
superficie.
Zonas donde hay una fuerte
inversión térmica que impide que el aire frío y saturado se eleve y se mantenga
condensado más tiempo. Se llaman nieblas de valle, al estar confinadas por la
topografía y durar varios días en condiciones de calma invernal. La inversión
térmica es el fenómeno en donde el aire frío queda confinado en las partes más
bajas de la geografía de una zona, mientras que en las capas inmediatamente
superiores existe un aire cálido. Esta situación provoca que aire no se renueve
y forme niebla. Si la inversión térmica
afecta a una capa potente de aire, la radiación solar no eleva bastante la
temperatura para evaporar toda la niebla, que acaba por reforzarse y perdurar
varios días. Favorecen a la aparición de estas nieblas los suelos húmedos o los
valles en los que queda estancado el aire. Se producen en periodos
anticiclónicos con cielos despejados y condiciones de calma. Esto reduce la
capacidad del aire para retener la humedad, permitiendo que se produzca la
condensación y por tanto la niebla. Ligado a la inversión térmica, ya sea en el
litoral o la montaña. Es muy usual el fenómeno conocido como mar de nubes, que se
constituye como una formación brumosa muy cargada de humedad.
Niebla de advección. Se produce
cuando grandes cantidades de aire cálido y húmedo se desplazan sobre un océano (niebla
costera) o suelo frío con el que contacta. Es más común durante el día y puede
ocurrir en cualquier estación por evaporación (proceso clave en la formación
de nieblas frontales). El viento suave mezcla las zonas frescas con las
cálidas conforme va avanzando la masa de aire, favoreciendo su crecimiento, ya
que el enfriamiento va aumentando. De hecho, este mecanismo de producción de
nieblas normalmente es más eficaz que la irradiación nocturna y da lugar a
nieblas más extensas, espesas y duraderas. Las bajas temperaturas de la
superficie conducen a temperaturas más bajas en las masas de aire húmedo. Esto
aumenta su humedad relativa y hace que el vapor de agua en el aire se condense. En función
del contraste entre el aire y el suelo son:
- En verano se
forman nieblas de mar cuando el aire cálido del continente sopla sobre la
superficie más fresca del mar. En invierno se forman nieblas de tierra, cuando
el aire templado y húmedo del mar invade las llanuras y mesetas más frías.
- En invierno
cuando el aire tropical que precede a las depresiones viaja hacia latitudes más
altas (polos) se va enfriando de forma brusca y al entrar en los continentes se
enfría todavía más y la visibilidad se reduce debido a la niebla. Son típicas en
el Estrecho de Gibraltar porque las aguas del Mediterráneo están más calientes
que las cercanas al Golfo de Cádiz que se abren al Atlántico.
Niebla de evaporación. Se forma cuando el aire
frío y estable pasa sobre una superficie más cálida, por ello se suelen ver en
las mañanas frescas sobre lagos o ríos. El agua más cálida se evapora y se
eleva hacia el aire más frío, condensándose en pequeñas gotas de niebla. A menudo
provoca niebla helada o escarcha. Esto suele ocurrir en otoño, cuando las
temperaturas del mar siguen siendo relativamente cálidas, pero el aire ya
empieza a enfriarse.
Niebla industrial. Se puede considerar
como un tipo de nieblas de radiación que se acumula en zonas deprimidas del relieve
terrestre (valles, hondonadas, depresiones, etc.) cercanas a grandes núcleos urbanos
o industriales. La contaminación atmosférica originada por la actividad humana aparece,
en la mayoría de las ocasiones, como consecuencia de los vertidos de enormes cantidades
de partículas higroscópicas, que favorecen la creación de nieblas muy densas y persistentes.
Este tipo de nieblas se caracteriza por su elevada densidad, en comparación con
su baja humedad.
Niebla orográfica. Al ascender el
aire húmedo por la ladera de una montaña se va enfriando, hasta alcanzar el punto
de rocío, permitiendo que la humedad que contiene se condense y forme niebla en
la ladera del viento (barlovento, al oeste), y por lo general cubre la cima. Si
en lugar de ascender desciende el aire frío de una montaña la humedad se condensa
en el valle y da lugar a la formación de nieblas mucho más amplias. Parecida a esta
es la niebla de montaña, llamada así porque la base de la nube está más
baja que la cima de la montaña. También se denomina así la nubosidad baja que
cubre terrenos elevados.