lunes, 27 de marzo de 2023

HABILIDADES SOCIALES

Si a menudo sacrificamos nuestros derechos, enseñamos a los demás a aprovecharse de nosotros.

La inteligencia social es la capacidad de relacionarse de manera efectiva, identificando las relaciones interpersonales (dominancia, liderazgo, sumisión, dependencia…), e incluyendo aspectos como la intimidad, confianza, persuasión, pertenencia a grupos...

Está muy relacionada con la inteligencia emocional y personal, que implica:

  • Identificar el estado mental interno de los demás, y agruparlos por sus similitudes.
  • Ver conexiones entre las diversas conductas, e interpretar sus secuencias.
  • Predecir lo que pasará en una situación interpersonal, teniendo presente que como personas tenemos derecho a:
    • Ser tratado con respeto, dignidad y sin hostilidad.
    • Expresar mis sentimientos y opiniones, sin ser tratado de forma diferente, y cambiar de opinión si así lo considero.
    • Juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis decisiones, aceptando sus consecuencias.
    • Decir no, sin sentirme culpable, y aceptar que no puedo gustar a todos en todo momento.
    • Pedir lo que quiero, dándome cuenta de que mi interlocutor tiene derecho a decir no.
    • Hacer menos de lo que soy capaz, y no estar obligado a ayudar a los demás.
    • Decidir qué hacer con mi cuerpo, tiempo…, mientras no viole los derechos del otro.
    • Superarme, aun superando a los demás, y si cometo errores aprender de ellos.
    • Saber que los demás emplean criterios distintos para valorarnos y no hay un criterio universal, válido para todos.

 LAS HABILIDADES SOCIALES (HHSS)

Las relaciones humanas son complejas, y no siempre actuamos como queremos, bien por convención social, por su dificultad, o porque surgen problemas sin querer (nos devuelven mal el cambio, por error), pero si el problema es sistemático, tendremos dificultades (compañero, jefe, pareja, hijo, vecino...), y será motivo de estrés, ya que la capacidad de comunicarse eficazmente es muy importante.

Las HHSS son un conjunto de capacidades y destrezas interpersonales, que nos proporcionan autoestima, bienestar, y calidad de vida.

La conducta socialmente hábil resuelve, de modo adecuado, un problema inmediato, e implica tres dimensiones:

  • Conductual o el tipo de habilidad.
  • Personal o los contenidos cognitivos.
  • Situacional o el contexto.

A menudo, tras situaciones importantes o conflictivas, emociones como el miedo, los nervios, la culpa (que hice, y que podría haber hecho), la efusividad, y la falta de confianza, nos asaltan antes, durante y tras su desarrollo. Al enfrentarnos a una situación conflictiva evaluamos, de forma inconsciente, los objetivos, el coste emocional, y la relación posterior. Pero para decidir debemos actuar con:

  • Calma: los nervios antes y durante el conflicto se controlan mejor al dominar los factores que determinan la decisión.
  • Sentimiento: habla desde el “yo” y explica cómo te hace sentir esa conducta (frustrado, triste, satisfecho).
  • Hechos: habla de hechos (buenos o malos), no de juicios, y se lo más específico posible.
  • Confianza: al sopesar los diferentes puntos toma la mejor decisión, en base a mis prioridades.
  • Seguridad: al conocer los puntos que evalúo, tendré la certeza de que la decisión a tomar será mejor.
  • Consecuencias: describe las que tu interlocutor tendrá, si sigue manteniendo esa conducta.
  • Solución: explica los cambios concretos que quieres que se produzcan en el comportamiento del otro.

Todas las HHSS están articuladas por dos actitudes, la asertividad y la empatía, y se pueden clasificar en:

Básicas. Las primeras que adquirimos, y fundamentales para comunicarnos de forma satisfactoria:

  • Escucha activa. A veces solo oímos y hay que escuchar con los cinco sentidos, y analizar el porqué de sus actos, de su motivación, interpretación de los hechos, y estado emocional.
  • Iniciar, mantener y cerrar una conversación. Es eficaz para evitar el aislamiento, hacer amigos, resolver conflictos. Espera a que el otro acabe (no adivino), no interrumpir, ni emitir juicios de valor como (eso no es nada).
  • Preguntar. Denota interés por conocer al otro. Es mejor la abierta (más libertad de respuesta), que la cerrada (acarrea monosílabos). Pregunta si te entienden, si captan lo que sientes, si entiendes sus necesidades.
  • Disculparse y dar las gracias siempre. Así reconocemos los sentimientos del otro (Siento haberte hecho esperar tanto, entiendo tú enojo).
  • Presentarse y presentar. Saber introducirnos e introducir a otros.

Avanzadas. Una vez adquiridas las básicas, aprendemos capacidades como:

  • Asertividad o capacidad de expresar nuestras opiniones y pensamientos, basándonos en el respeto mutuo.
  • Pedir ayuda. Saber que no sabemos todo, y que necesitamos consejo o apoyo, es un acto de madurez.
  • Comprensión. Capacidad de entender las situaciones sociales y personales y, responder de forma asertiva.
  • Autocontrol. Comprender e interpretar los sentimientos y no responder impulsivamente.
  • Pausa final. Al acabar una conversación, para ir a un nuevo tema o recuperar el anterior se usan palabras de transición (Por cierto…).
  • Silencios. Es vital manejar la ansiedad y nervios que causa, lo que pensamos y las atribuciones inconscientes que hacemos sobre él.
  • Persuadir. Clave, para los negocios, aunque suele tener mala fama, porque se confunde con manipulación, pero la persuasión transforma ideas, creencias, actitudes, comportamientos, y satisface las necesidades de ambos con argumentos que hacen ver que una conducta o acto es más beneficioso que otro (Los propietarios de unos comercios, hartos de que los adolescentes se reunieran cada noche en los aparcamientos de sus locales, ya que eran frecuentes las peleas y venta de drogas. Para conseguir que se fueran, colocaron altavoces e hicieron sonar un disco de M. Escobar a todo volumen. Los adolescentes huyeron). Los principios de la persuasión son:

    • Comparación, comprobación o validación social. Si otros lo hacen tú debes (los mendigos ponen monedas en el cesto para...)
    • Atractivo o simpatía. Solemos estar de acuerdo con las personas que nos gustan, y a pensar que están en lo cierto (Si le gustas a quienes te oyen te perdonarán casi cualquier cosa).
    • Autoridad. Si la fuente es una autoridad en el tema se la suele creer (Utilizar dentistas para anunciar dentífricos).
    • Compromiso o coherencia. Cuando tomamos una postura debemos mantenerla.
    • Reciprocidad. Un pequeño regalo con una oferta de suscripción a una revista puede persuadirnos a que nos suscribamos a ella.
    • Escasez. Si es escaso es bueno (La gente se siente persuadida a comprar algo cuando se trata de una liquidación, cuando sólo tiene un determinado periodo de tiempo para comprarlo, si su número es limitado, o es una oferta especial de fin de semana).

Emocionales o afectivas. Vinculadas al manejo e identificación de los sentimientos y emociones de manera eficaz, como:

  • Identificar, conocer y expresar sentimientos y emociones.
  • Respeto. Capacidad de tolerar opiniones, pensamientos y actos de los demás, aunque no se compartan.
  • Gestionar el miedo y el sentimiento de vergüenza al hablar con otros.
  • Capacidad para afrontar el enfado de los otros, la tolerancia al fracaso, a ser ignorado o desdeñado, y a la autorrecompensa.
  • Empatía o capacidad de ponerse en el lugar del otro, entendiendo su punto de vista, y sus necesidades.

Negociadoras o no violentas. Fomentan la gestión de los conflictos, sin agresividad, con capacidades como:

  • La negociación para salir todos beneficiados.
  • La agresividad humilla o degrada al otro, lo que acarrea deseo de venganza, y perdida de respeto.
  • Responder a una persuasión/acusación, y defender los derechos para formular/responder reclamaciones.
  • Libre información. Si damos información no requerida con la pregunta nos abrimos al otro y generamos interés en él.
  • Tolerar y responder a bromas. Con el humor se ve nuestro lado más humano, hay que improvisar, y perder el miedo al qué dirán.

Sea cual sea el lugar, la intención, el emisor, el receptor y el medio, los tipos de comunicación, en toda relación social, son muchos y variados, y para clasificarlos, podemos decir que hay personas que buscan manipular, y otras ser controladas, y concluir que hay dos tipos básicos de comunicación social:

1- Los que saben mostrar disconformidad y decir no (estilo agresivo y asertivo):

El asertivo explica de forma respetuosa, directa y honesta su opinión (de lo ocurrido, cómo me siento, y una alternativa sin que el otro se sienta herido y se ponga a la defensiva), oye la del otro, pide aclaraciones y discute (respetando opiniones, creencias y sentimientos del otro), antes de decir no con empatía. Es la comunicación y comportamiento ideal, los interlocutores se respetan entre sí, y se benefician de la relación de forma eficaz (todas las necesidades por igual. Yo gano, tú ganas). La asertividad es el término medio entre la agresividad y la pasividad.

El agresivo no explica bien su opinión, amenaza y asusta, con un vocabulario y tono hostil. No toma en cuenta, ni respeta las ideas y sentimientos del otro (a menudo ni oye), y decide sin consultar (no tiene límites propios. Mi necesidad primero. Yo gano, tú pierdes). Tiene confianza por lo que siente, piensa y quiere. Niega la responsabilidad de sus actos y logra el respeto de sus derechos, quizás porque los demás le temen o rehúyen por su carácter o mal humor. Interpreta las peticiones como abuso, desconsideración, y se toma las opiniones contrarias como ataques personales, sin un punto intermedio. Es el polo opuesto a la sumisión, y en la defensa de sus derechos no duda en herir al otro. Son personas con dificultades para relacionarse socialmente. Es muy diferente al sumiso explosivo, que incluye a personas sumisas que tienen “explosiones agresivas” en algunos momentos, cuando “ya no aguantan más”.

2- Los que no saben decir no, ni manifestar, disconformidad, ni sus pensamientos, sentimientos y prioridades (estilo pasivo y manipulador):

El pasivo o sumiso acepta la opinión del otro (las necesidades del otro primero. Yo pierdo, tú ganas), y muestra conformidad para evitar conflictos, aunque no esté de acuerdo. Acumula hostilidad y rencor que descarga de forma excesiva en lugares y momentos inadecuados. En la comunicación muestra una postura hundida, gesto desvalido, se expresa de forma insegura, con poca fluidez, bloqueos y expresiones de culpa y sumisión; tono bajo, y no mira al otro. Se siente culpable y pide excusas por sus actos; se muestra, pasivo ante los abusos y se ve obligado a ayudar sin desearlo, o sintiendo que le piden algo abusivo o fuera de lugar; prioriza lo que piensan o sienten los demás de él; desea gustar a todos. Se ve obligado a ser coherente (autoimpuesto) y no parecer una veleta, aunque cambien mucho las circunstancias y fuera lógico cambiar de parecer. Tiene baja autoestima, llegando a momentos de impotencia, indefensión, ansiedad, depresión, y estrés.

El comunicador pasivo-agresivo, no se pone a sí mismo ni al otro en primer plano, se comunica mal, confuso y con excusas. Tiene pocas necesidades, por su escasa ambición personal. Mientras que el pasivo cuenta con inteligencia interpersonal como para preocuparse por lo que piensan los demás, anda escaso de intrapersonal. El agresivo tiene la intrapersonal necesaria para saber lo que quiere, siente y opina, pero anda falto de la interpersonal.

El manipulador es la ambigüedad. No sabe decir no, ni muestra su disconformidad de forma clara. Para conseguir lo que se propone disfraza sus sentimientos y pensamientos. Divaga y se contradice sin parar. Utiliza la adulación y la alabanza para dominar al otro. Habla mucho y, a menudo, confunde a los demás y los lleva por donde quiere. Es un falso escuchador, puesto que hace como que escucha, pero no para de interrumpir a los demás, dificultando su participación.

Ejemplos de los diferentes tipos de comunicación:

1. – En la tienda, el dependiente devuelve mal el cambio:

  • Sumisa: marcharse sin decir nada, aun pensando que nos han tomado el pelo.
  • Agresiva: ¿pero se piensa usted que soy tonto? ¡Devuélvame lo que me falta inmediatamente!
  • Asertiva: perdone, pero creo que ha habido un error en el cambio. ¿Podría comprobarlo?

2. – El jefe me pide que trabaje todos los días un par de horas más, sin pagarlas como extraordinarias.

  • Sumisa: no se preocupe, sé que debo dedicarme algo más. Interiormente piensa: seguro que ve que mi rendimiento no es bueno, y si no lo hago me echa.
  • Agresiva: con tono irascible, pero contenido: ¿esto también es por la empresa? habrá que venir, qué remedio. Interiormente piensa: ¿qué se habrá creído este cretino?
  • Asertiva: Perdón, ¿hay algún motivo especial para venir fuera del horario laboral? ¿Es voluntaria la asistencia?

3. - Mi pareja ha vuelto a hacer lo que le he dicho mil veces que detesto y al hacerlo me he cabreado mucho:

  • Manipulativo: ¡anda!, ya he visto que lo que te dije te lo has pasado por ahí, y sabes cómo me haces sentir que no lo hagas, así que yo que tú lo haría no vaya a ser que vuelva a hacer lo que tanto te molesta. Además, cuando haces estas cosas, ¡sabes cómo me pongo y no creo que eso te guste para nada!
  • Pasivo: aunque lo ha vuelto a hacer no digo nada, pienso que quizás es mucho lo que le pido, y acabo pensando que quizás sea yo el que tiene que cambiar.
  • Agresivo: ¡No ves, siempre estás igual! ¡Mira que te lo he dicho mil veces, pero tú siempre haces lo mismo y me haces sentir que nunca sirve para nada lo que te digo!
  • Asertivo: Cariño, he visto que has vuelto a hacer lo que te dije que me molesta. Cuando haces esto yo me siento triste porque ya te lo he dicho otras veces y lo sigues haciendo. Me gustaría que me dijeras si hay alguna forma para que te acuerdes de hacer esto la próxima vez, ya que si lo haces yo me sentiré mucho más feliz, contento y escuchado.

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