lunes, 29 de agosto de 2022

INTELIGENCIA EMOCIONAL

 “Todo aprendizaje tiene una base emocional”. Platón.

El modelo de aprendizaje esencial para la supervivencia de cualquier especie y fundamental para el hombre, en sus primeros años de vida, se basa, sobre todo, en la repetición de asociaciones entre conductas y resultados.  Para modelar su conducta, los adultos utilizan la recompensa-castigo, pero la complejidad del hombre ha desequilibrado este sistema de estímulo-respuesta, provocando que disciplinas como la psicología o la neurociencia dirijan su interés hacia lo que nos provoca conflicto (el cambio) y su catalizador (las emociones).

Tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente y las dos interactúan para construir la vida mental. El cerebro está dividido en dos partes, necesarias y esenciales. Una se encarga de los pensamientos y otra de los sentimientos, ambas están conectadas e interactúan. Nuestro ser racional se encarga del entendimiento y la comprensión y se basa en el conocimiento. La emocional en cambio se rige por sentimientos e impulsos, dejando atrás lo racional.

Nuestro cerebro cuenta con dos amígdalas. En ellas hemos guardado memorias y experiencias de nuestras emociones. Sin ellas, por ejemplo, no tendríamos recuerdos de lo que nos gusta o enfada. También ellas son las encargadas de mandar una reacción “impulso” cuando toman control de la situación, silenciando a la mente racional.

Hasta llegar a la inteligencia emocional (en adelante IE) podemos mencionar a E. Thorndike quien describió el concepto de “inteligencia social” como la capacidad de llevarse bien con otros. Posteriormente D. Wechsler sugirió que los componentes afectivos de la inteligencia pueden ser esenciales para el éxito en la vida. Luego A. Maslow describe cómo la gente puede construir su fuerza emocional. H. Gardner publica “La mente rota”, e introduce el concepto de Inteligencias Múltiples. W. Payne introduce el término IE en su tesis doctoral. Por ultimo los psicólogos P. Salovey y J. Mayer son los principales investigadores de la IE. Pero quien popularizó el concepto fue D. Goleman con su libro “La Inteligencia Emocional”. En él dice que en la prehistoria las funciones de supervivencia eran primitivas y se basaban en respuestas simples para mantener la vida, por ello la zona del tallo encefálico (zona cerebral más primitiva) es la encargada de regular funciones como la respiración, digestión y temperatura corporal. Con el paso generacional, fuimos aprendiendo nuevas maneras de relacionarnos y el sistema límbico (el que regula la conducta emocional) sufrió una enorme evolución, por otra parte el complejo sistema nervioso del hombre, está lleno de conexiones y tiene una zona específica destinada a gestionar los pensamientos de manera consciente.

  • La IE es un constructo que nos ayuda a entender cómo podemos influir de modo adaptativo e inteligente sobre nuestras emociones, y las de los demás.
  • Es la capacidad de entender, comprender y manejar las emociones propias y ajenas, y gestionar los sentimientos.
  • Es un conjunto de habilidades que permiten reconocer, identificar, apreciar y manejar de manera equilibrada nuestras emociones y las de los demás, utilizando la información para crear un comportamiento correcto y adaptado a los objetivos propuestos.
  • D. Goleman la define como la capacidad personal de manejar los sentimientos y expresarse de manera adecuada y efectiva. Es el conjunto de habilidades que permiten mayor adaptabilidad de la persona a los cambios. La emoción tiene mucha carga energética, y provoca una acción o respuesta. Habitualmente, ante determinadas emociones, nuestra respuesta suele ser automática (una reacción ante un estímulo). La IE dice que es posible responder en lugar de reaccionar, introduciendo el concepto de gestión de la respuesta ante un estímulo. Ante una emoción en primer lugar, nos damos una explicación de lo que ha pasado (pensamiento) e inmediatamente tenemos una reacción fisiológica (emoción).

Las emociones están relacionadas con los sentimientos de nuestro interior y pueden ser evocados por pensamientos o situaciones pasadas. Surgen de manera espontánea y pueden o no manifestarse externamente a través de nuestras conductas, decisiones, acciones, actitudes, gestos, etc. Aun cuando no podemos controlar su aparición interior, sí se puede lograr la capacidad de manejarlas de forma adecuada para que no ocasionen daños.

Los cuatro factores de la IE

1. Percibir las emociones con precisión. Cuando nos enfadamos, discutimos o recibimos un elogio o cariño, dedicaremos algún segundo a analizar los sentimientos y emociones. Debemos pensar de dónde vienen y cuáles son. Al reconocerlos, en algunas situaciones podremos manejarlos y minimizar su impacto en nuestra conducta y estado de ánimo, e influir en nuestra salud favorablemente, sobre todo los que son negativos y nos afectan, al asimilar bien las emociones perturbadoras. Escuchar a alguien no significa solo escuchar lo que dice, sino también lo que su cuerpo manifiesta (el lenguaje corporal y las expresiones faciales). Observa gestos, miradas, expresiones, hasta manías, pues el cuerpo tiene mecanismo que se presentan frente alguna emoción:

  • Cruzarse de brazos indica fastidio.
  • Comerse las uñas implica ansiedad.
  • El rubor es característica del enojo o de la vergüenza.

Aprender a reconocer las emociones para algunos puede no resultar sencillo. Para lograrlo se puede practicar un ejercicio diario en el cual tomes una pausa y pienses por un momento cómo te sientes y cómo te has sentido a lo largo del día.

2. Razonar con las emociones, para promover el pensamiento y la actividad cognitiva. Las emociones ayudan a priorizar lo que es prioritario prestar atención, y reaccionar, respondiendo emocionalmente a las cosas que captan nuestra atención.

3. Comprender las emociones, ya que pueden tener muchos significados. Si alguien está expresando emociones de ira, el observador debe interpretar la causa de su ira y lo que podría significar. Muchas veces un pensamiento negativo desemboca en emociones negativas y esto, a su vez, en actos que podemos llegar a lamentar luego. Por lo tanto, es conveniente asegurarnos de nuestros pensamientos y no intentar inferir o adivinar los sentimientos o emociones de los demás.

4. Gestionar las emociones con eficacia. Responder de manera apropiada, y saber cómo y cuándo responder a las emociones de los demás, son aspectos importantes, y fundamentales para la vida social. Las emociones afectan a nuestra atención y rendimiento. Las emociones negativas fuertes, absorben toda la atención del individuo, y obstaculizan cualquier intento de atender a otra cosa. Las acciones están dominadas por los pensamientos, los cuales pueden surgir de forma inconsciente si no sabemos reconocerlos, pero si los reconoces, podrás modificar tus pensamientos y lograr controlar las emociones. Gestionar nuestras emociones de forma inteligente nos ayuda a evitar sentimientos tóxicos.

Practica la meditación, pues si aprendes a manejar la respiración ante situaciones de estrés, tu cerebro no producirá cortisol (hormona que se produce cuando el cerebro no está oxigenado).

Ten tu diario emocional. Escribe lo que sientes, para comprenderte (los escáneres cerebrales han demostrado que escribir tus emociones en una libreta reduce la actividad de la amígdala, responsable de la intensidad emocional). Antes de ir a dormir, puedes intentar apuntar tus emociones de forma que te vuelvas más consciente de ellas.

Expresa tus emociones de forma asertiva. La fórmula general es: “Me siento (emoción) cuando hago (conducta) en la situación (X)”. Pero, no olvides tener en cuenta los siguientes puntos:

Define concretamente la emoción, y exprésala en primera persona.

Comunica la conducta que te provoca esa emoción, no las intenciones. No juzgues, pues la emoción es el reflejo de una situación, por ello, es importante buscar el por qué. Tener IE implica no moralizar las emociones, pues estas no son buenas ni malas, tan solo son indicadores que ayudan a ver qué hay detrás:

  • El miedo implica una falta de recursos ante una situación.
  • La ira surge de la vulneración de derechos o necesidades, y te pone a la defensiva o al ataque.
  • La tristeza indica la pérdida de algo valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia.
  • La alegría surge de situaciones que te resultan agradables.

Termina expresando lo que necesitas. Evita usar frases que empiecen por “Tú” y continúen con un juicio o acusación.

Además de reconocerlas, hay que conectar con ellas, aceptándolas y permitiendo que se canalicen de manera adecuada. Si, por ejemplo, reconoces la rabia en un momento dado, no la niegues o reprimas, busca una forma saludable de expresarla sin hacer daño. Las emociones no deben rechazarse, ya que son vitales para el día a día. Son innatas y forman parte del sistema nervioso. De hecho, hay emociones que ya provocan una respuesta biológica dada y aprendida (varían según cultura o normas sociales). Por ejemplo, cuando sentimos vergüenza o rubor, nos sube la sangre y el color a la cara. Ante el miedo el cuerpo se paraliza.

Comprende qué tipo de emoción sientes, ya que muchas veces el cerebro colapsa y confunde una emoción con otra llegando al punto de sentir rabia cuando realmente queremos llorar y nos sentimos tristes. Existen 4 emociones básicas de las cuales surgen todas las demás (alegría, tristeza, ira, miedo), si identificas la emoción que motiva tus acciones, entenderás realmente qué está pasando. Muchas veces pensamos que apagar nuestras emociones es lo mejor para protegernos, sin embargo, los resultados de reprimir las emociones, son todo lo contrario al bienestar. La IE implica escucharte, pues solo eso te dará la capacidad de conocerte mejor. Ante alguna situación, párate un segundo y piensa cuál es la emoción que te motiva a actuar. Poco a poco, irás entendiendo de dónde parten tus emociones y mientras más consciente seas de ellas, tus acciones dejarán de ser impulsivas.

Las cinco habilidades o componentes claves de la IE.

1. Autoconocimiento o autoconciencia emocional. Es la capacidad de comprender nuestros estados de ánimo, y las emociones de los demás. Es tener un profundo entendimiento de nuestras emociones y de los impulsos que las provocan para reaccionar ante ellos de manera positiva. Si quiero cambiar algo, primero tengo que saber qué es lo que hago. No importa cuál sea la situación, siempre podemos elegir cómo reaccionamos ante ella, y siempre con humildad. Es interesante saber recoger los comentarios de personas que se muestran honestas con nosotros y cuyas ideas valoramos. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta al comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles nuestras debilidades. Si estamos muy alegres, excitados, tristes o melancólicos, debemos esperar unas horas, o días, hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más sencillo tomar decisiones mucho más racionalesConocerse a sí mismo permite darse cuenta de cuando uno está siendo arrastrado por un sentimiento (fortaleza – debilidad).

  • Detecta en qué situaciones surgen sentimientos y emociones en tu ámbito laboral.
  • Analiza y observa tu proceso interno de manera que puedas detectar si son positivas o negativas.
  • Visualiza cómo te comportas hacia el exterior cuando alguna de estas emociones se hace presente en tu interior.
  • Controla y regula los impulsos, la ansiedad, y los estados de ánimo.
  • Se optimista ante las frustraciones.

2. Autorregulación o autocontrol emocional. Implica ser capaz de reflexionar y dominar nuestras emociones, para no dejarnos llevar por ellas, y que no sean éstas quienes nos gobiernen, es decir, expresarlas de forma saludable y no tomar decisiones impulsivas. Es la habilidad para controlar las conductas basadas en impulsos emocionales y así, adaptarnos mejor a la dinámica social. Saber lo que uno siente en un momento dado y comprender el impacto que esos estados de ánimo tienen. Los buenos líderes se regulan a sí mismos y no atacan verbalmente a los demás, ni toman decisiones rápidas ni emocionales, ni estereotipan a las personas o comprometen sus valores. Controla las emociones que generan negatividad (ansiedad, tristeza, ira, etc.), no para reprimirlas, sino para encontrar el equilibrio y no ser prisionero de ellas. Las personas con un buen nivel de autorregulación tienden a ser flexibles y adaptarse bien a los cambios, son buenas en la gestión de conflictos y la difusión de situaciones tensas o difíciles. Si bien no podemos evitar que algo nos moleste, sí podemos controlar la manera de manifestar nuestro desagrado, sin herir. Buena parte de la regulación emocional consiste en ser templados a la hora de reaccionar ante situaciones. Una persona que logra tener una autorregulación emocional, no se abruma con sus sentimientos, y se expresa con moderación y control.

3. Automotivación. Es una capacidad típica de las personas altamente productivas e implica el ser capaz de postergar una gratificación inmediata en pro de alcanzar resultados más satisfactorios, a largo plazo. La motivación es un impulso que da enfoque y dirección, de manera que se es más cuidadoso y menos errático en cada paso. Es la capacidad de orientar nuestras energías hacia una meta u objetivo y perseverar frente a los obstáculos. Cada vez que nos enfrentemos a un desafío o un fracaso tenemos que intentar extraer algo positivo de la situación. El optimismo es un requisito imprescindible para alcanzar metas. Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la motivación y establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos.

4. Empatía o reconocimiento de las emociones de los demás. Es la cualidad de entender y vivir como propios los estados emocionales de otros para así entender sus sentimientos y motivaciones sin asumirlos como propios. Ser empático permite entender la dinámica de poder que a menudo influyen en las relaciones sociales, especialmente en el trabajo. Se fundamentan en la correcta interpretación de las señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal (gesto, reacción fisiológica, tic…) y nos ayudan a establecer vínculos más estrechos y duraderos con los demás. Una persona que desarrolla la empatía sabe en qué momento es óptimo proponer nuevas ideas. Siempre sé agradecido dejando atrás la negatividad y enfocándote en los buenos aspectos.

Analiza y cuida tus palabras. Recuerda que algunos comentarios pueden ser negativos. Para escucharte debes tener confianza en ti mismo, teniendo un buen uso de las palabras. Aunque estés en desacuerdo, no utilices la crítica como único medio para solucionar, mejor apuesta por una actitud empática. Trata de ponerte en el lugar de otro y ve por lo que puede estar pasando. Mira directamente a los ojos para abrir la puerta de la empatía.

5. Habilidades sociales o relaciones interpersonales. Tener habilidades sociales significa llevar un estilo de comunicación asertivo, por medio del cual se puedan establecer vínculos adecuados y resolver conflictos siempre en el marco de una actitud respetuosa. Es la tendencia a dar siempre la respuesta más adecuada a las demandas sociales del entorno. Como comunicarse eficazmente, influir, persuadir y gestionar conflictos de forma diplomática. Estar abierto a escuchar malas y buenas noticias, siendo capaz de interactuar correctamente con quienes nos rodean, independientemente del lugar y la situación. En los entornos profesionales, las personas con buenas habilidades sociales son capaces de construir buenas relaciones y conexiones con los compañeros de trabajo, saben desarrollar una fuerte relación con jefes, iguales y subordinados. Y esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones.

Saber manejar los sentimientos negativos como la depresión, el estrés o inclusive la ansiedad es parte de esta habilidad, e impide responder de forma impulsiva, evitar las discusiones innecesarias, y desarrollar el respeto de quienes nos rodean.

Valorar el trabajo y esfuerzo de otras personas no solo es tener empatía sino entender la importancia de los vínculos sociales.

Dejar fluir las emociones, y no reprimirlas o ignorarlas, sin necesidad de buscar otros mecanismos como tomar alcohol o consumir estupefacientes. Por ende, están menos propensos a sentirse frustrados, tristes o deprimidos.

Tener seguridad y confianza en sí mismo para lograr todo lo que se proponga. Además, no siente complejos de ningún tipo, ni de comentarios externos. Equivocarse es de humanos, y quienes comprenden que fallaron, tendrán la capacidad de personarse a sí mismos, tomando en cuenta que todo es un aprendizaje y sacando lo positivo del hecho.

No toman decisiones sin tener una base sólida. Existen dos tipos de IE (Intrapersonal: Capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo. Interpersonal: Capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente. Cómo reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las emociones de los otros. Asociada a la empatía y la capacidad de entender cómo sienten y piensan los otros), ambas buscan posturas sólidas para formar una idea. Es decir, estas personas siempre están dispuestas a aceptar la opinión de terceros, sin embargo, exigen no tomar decisiones a la ligera, ni usan ideas con poca información.

La autocrítica no debe confundirse con culpabilizarse, por el contrario, es poder reconocer las debilidades y errores cometidos asumiéndolos con responsabilidad. Esto permite generar cambios internos que se manifestarán en la conducta externa mejorando cada vez más en las distintas áreas de su vida.

Las personas con IE se caracteriza por:

  • Demostrar empatía. Elogia a los demás. Proporciona comentarios útiles. Se disculpa. Perdona y olvida. Cumple sus compromisos. Ayuda a los demás.
  • Pensar en los sentimientos con la reflexión.
  • Hacer una simple pausa para pensar antes de hablar o actuar.
  • Esforzarse en controlar sus pensamientos, y aunque no tiene mucho control sobre la emoción controla su reacción a esas emociones centrándose en sus pensamientos.
  • Estar en constante aprendizaje, y canalizar las criticas como algo positivo y una oportunidad para aprender, incluso cuando no tiene fundamento, te da una pista sobre cómo piensan los demás.
  • Mejorar el entendimiento de las experiencias negativas, manejar el estrés, la ansiedad y la depresión, y favorecer las relaciones interpersonales.
  • Las personas que logran sus metas siempre tienen presente el objetivo de sus acciones. Este punto no sólo se aplica al trabajo, sino también a la vida misma. Tener siempre presente cuál es el fin último de todos tus esfuerzos te permitirá seguir adelante incluso en la adversidad.
  • Elimina las relaciones tóxicas. Los buenos negocios se alimentan de la buena energía. Las personas tóxicas y negativas pueden destruir una buena relación laboral. Así como también los clientes, pues hay clientes tóxicos que pueden traerte más problemas que ganancias.

 

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