viernes, 22 de diciembre de 2023

VALORES POLÍTICOS

La antropología es la ciencia que estudia el ser humano como sujeto físico-biológico y sociocultural. Incluye la etnografía y la etnología en un marco tanto sincrónico como diacrónico, y las orienta hacia la construcción de conclusiones globales y la formulación de leyes generales acerca del comportamiento cultural de las sociedades humanas.

Aristóteles fue el primero que empleó la palabra "antropología" como "ciencia del hombre". Los primeros autores del pensamiento antropo-filosófico fueron, I. Kant y L. Feuerbach. En el siglo XX, la antropología filosófica experimentó un considerable auge, primero en el ámbito germánico y, luego, en el francés, con autores como M. Scheler, E. Cassirer, M. Heidegger, J. P. Sartre y M. Foucault. En España ha sido cultivada en el marco particular de cada trayectoria filosófica personal, y, en general, con orientaciones fenomenológicas y metafísicas, por J. Ortega y Gasset, X. Zubiri, J. D. García Bacca, P. Laín Entralgo, J. Ferrater Mora, y J. Marías, entre otros.

La antropología integra todas las disciplinas físicas y humanísticas que inciden o intervienen de alguna manera en la vida o en la percepción o comprensión de la vida de las personas.

 El concepto de persona en términos generales se refiere a un ser humano, individualizado y con identidad propia, aunque se puede abordar desde diversas disciplinas, así desde el punto de vista:

  • Legal es un individuo reconocido como sujeto de derechos y obligaciones.
  • Psicológico se considera un ser con una identidad única, pensamientos, emociones y comportamientos propios.
  • Social es un miembro de la sociedad, con roles y responsabilidades que varían según las normas culturales y sociales.
  • Religioso se le atribuye un significado espiritual, relacionado con la existencia de un alma o entidad espiritual.
  • Filosófico su concepto a menudo se asocia con la capacidad de razonar, tener conciencia y ejercer la libre voluntad.

Los políticos, en principio, son personas, y cuando se habla de valores políticos se hace referencia a las características de un orden social que lo hacen deseable para un conjunto de personas y constituyen los rasgos fundamentales de la sociedad ideal. Si tales valores son compartidos, desde un punto de vista moral, se forma parte de una comunidad política.

Algunos de los Valores políticos son la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad, o el bien común, que son fundamentales para el desarrollo de los seres humanos y para la sostenibilidad de las sociedades. Toda sociedad requiere un orden mínimo de carácter moral, donde insertar ciertos valores políticos para poder perdurar, y se encuadra en las instituciones que impiden que la sociedad se desmorone. Estas instituciones pueden cumplir esa tarea de manera sostenible sólo si las personas las consideran legítimas y justas. Los valores que se adopten deben cumplir dos razones La primera está asociada al carácter colectivo de un valor político. Sólo la política coherente con los valores profundos de una sociedad es legítima y duradera, es decir, sólo valores históricamente probados y socialmente internalizados pueden ser valores políticos. No obstante, el hecho de que un valor político sea asumido por muchas personas es una señal de lo razonable de dicho valor, pero nunca una garantía (hay sociedades que propugnan el conflicto, la exclusión, el exterminio…), y la segunda razón es que un valor político debe ser universalizable, es decir, que quien defiende uno de estos valores debe poder argumentar sobre la conveniencia de su adopción por cualquier sociedad y no solamente por la sociedad a la que los individuos que lo defienden pertenecen.

Aunque no se sabe con certeza cuáles son los factores históricamente más relevantes, sí se acepta de forma general la importancia de que esos valores se asuman voluntariamente y nunca se imponga su aceptación.

La promoción de ciertos valores es lo que justifica la existencia de un partido, o de un movimiento político, los cuales contribuyen, a dar determinada forma a una sociedad. Por tanto, si los políticos no reflejan con claridad cuál es el modelo de sociedad que proponen, esta falta de concreción de valores políticos repercute negativamente en la convivencia de esa sociedad.

Estos actores marcan un horizonte ético hacia el cual deben encaminarse las acciones de quienes pretenden influir en la dinámica social. Sin ese horizonte el camino de la política los puede conducir a cualquier destino pues, al no estar orientados por valores políticos, estos actores pueden contribuir a crear sociedades moralmente nocivas (como las incontables revueltas violentas producidas a través de la historia, que en la mayoría de los casos encuentran su justificación en valores políticos universales). Pero la libertad de las personas ha movilizado a innumerables ejércitos, a veces con fines loables, pero también ha sido en ocasiones el escudo de las corrientes nacionalistas radicales, que invocaban la pureza de la raza, la creación de un hombre nuevo… Así se han utilizado los fines trascendentales para justificar el poder y la violencia, cuando la supuesta obtención de estos fines legítimos se ha convertido en un instrumento para lograr un cambio violento en el orden social o la consecución de objetivos amorales por parte de determinados políticos.

Un orden social ideal se basa en unos valores básicos que se refuerzan mutuamente, como son el derecho a:

  • La libertad, que garantiza y es garantizado por el deber de la productividad.
  • La igualdad, que está asociado al deber de la solidaridad.
  • La justicia, que integra los anteriores y, es defendido por personas que asumen el deber ciudadano de la participación.

Éste es el entramado moral que debe servir de filtro para evaluar las decisiones y acciones, a nivel local, nacional o global. La idea de cultura política, como formación de las capacidades reflexivas de los seres humanos, es importante para entender la viabilidad de los valores políticos. Si en una democracia u otro tipo de forma de gobierno, sus ciudadanos no han aprendido a conocerse y pensarse como tales, no será posible una idea de cultura y unos valores fundamentados en la expansión del individuo. Por tanto, de la misma forma que en la práctica las maneras a través de las cuales la reflexión individual y colectiva se conciban como actividades que por aprendidas y enseñables pueden valorarse, así podrán potenciar o negar la comprensión de las posibilidades y límites de la experiencia de nuestros lenguajes y tradiciones en el proceso de generar lealtades e identidades políticas y morales; como la identidad republicana, ligada a unos valores en mayor medida que a otros o la liberal vinculada a otros diferentes…


 


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