La antropología es la ciencia que estudia el ser humano como sujeto físico-biológico y sociocultural. Incluye la etnografía y la etnología en un marco tanto sincrónico como diacrónico, y las orienta hacia la construcción de conclusiones globales y la formulación de leyes generales acerca del comportamiento cultural de las sociedades humanas.
Aristóteles fue el primero que empleó la palabra "antropología" como "ciencia del hombre". Los primeros autores del pensamiento antropo-filosófico fueron, I. Kant y L. Feuerbach. En el siglo XX, la antropología filosófica experimentó un considerable auge, primero en el ámbito germánico y, luego, en el francés, con autores como M. Scheler, E. Cassirer, M. Heidegger, J. P. Sartre y M. Foucault. En España ha sido cultivada en el marco particular de cada trayectoria filosófica personal, y, en general, con orientaciones fenomenológicas y metafísicas, por J. Ortega y Gasset, X. Zubiri, J. D. García Bacca, P. Laín Entralgo, J. Ferrater Mora, y J. Marías, entre otros.
La antropología integra todas las
disciplinas físicas y humanísticas que inciden o intervienen de alguna manera
en la vida o en la percepción o comprensión de la vida de las personas.
- Legal es un individuo reconocido como sujeto de derechos y obligaciones.
- Psicológico se considera un ser con una identidad única, pensamientos, emociones y comportamientos propios.
- Social es un miembro de la sociedad, con roles y responsabilidades que varían según las normas culturales y sociales.
- Religioso se le atribuye un significado espiritual, relacionado con la existencia de un alma o entidad espiritual.
- Filosófico su concepto a menudo se asocia con la capacidad de razonar, tener conciencia y ejercer la libre voluntad.
Los políticos, en principio, son personas, y cuando se habla de valores políticos se hace referencia a las características de un orden social que lo hacen deseable para un conjunto de personas y constituyen los rasgos fundamentales de la sociedad ideal. Si tales valores son compartidos, desde un punto de vista moral, se forma parte de una comunidad política.
Algunos de los Valores políticos
son la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad, o el bien común, que
son fundamentales para el desarrollo de los seres humanos y para la
sostenibilidad de las sociedades. Toda sociedad requiere un orden mínimo de
carácter moral, donde insertar ciertos valores políticos para poder perdurar, y
se encuadra en las instituciones que impiden que la sociedad se desmorone.
Estas instituciones pueden cumplir esa tarea de manera sostenible sólo si las
personas las consideran legítimas y justas. Los valores que se adopten deben
cumplir dos razones La primera está asociada al carácter colectivo de un valor
político. Sólo la política coherente con los valores profundos de una sociedad
es legítima y duradera, es decir, sólo valores históricamente probados y
socialmente internalizados pueden ser valores políticos. No obstante, el hecho
de que un valor político sea asumido por muchas personas es una señal de lo
razonable de dicho valor, pero nunca una garantía (hay sociedades que propugnan
el conflicto, la exclusión, el exterminio…), y la segunda razón es que un valor
político debe ser universalizable, es decir, que quien defiende uno de estos
valores debe poder argumentar sobre la conveniencia de su adopción por
cualquier sociedad y no solamente por la sociedad a la que los individuos que
lo defienden pertenecen.
Aunque no se sabe con certeza
cuáles son los factores históricamente más relevantes, sí se acepta de forma
general la importancia de que esos valores se asuman voluntariamente y nunca se
imponga su aceptación.
La promoción de ciertos valores es
lo que justifica la existencia de un partido, o de un movimiento político, los
cuales contribuyen, a dar determinada forma a una sociedad. Por tanto, si los
políticos no reflejan con claridad cuál es el modelo de sociedad que proponen,
esta falta de concreción de valores políticos repercute negativamente en la
convivencia de esa sociedad.
Estos actores marcan un horizonte
ético hacia el cual deben encaminarse las acciones de quienes pretenden influir
en la dinámica social. Sin ese horizonte el camino de la política los puede
conducir a cualquier destino pues, al no estar orientados por valores
políticos, estos actores pueden contribuir a crear sociedades moralmente
nocivas (como las incontables revueltas violentas producidas a través de la
historia, que en la mayoría de los casos encuentran su justificación en valores
políticos universales). Pero la libertad de las personas ha movilizado a
innumerables ejércitos, a veces con fines loables, pero también ha sido en
ocasiones el escudo de las corrientes nacionalistas radicales, que invocaban la
pureza de la raza, la creación de un hombre nuevo… Así se han utilizado los
fines trascendentales para justificar el poder y la violencia, cuando la
supuesta obtención de estos fines legítimos se ha convertido en un instrumento
para lograr un cambio violento en el orden social o la consecución de objetivos
amorales por parte de determinados políticos.
Un orden social ideal se basa en unos
valores básicos que se refuerzan mutuamente, como son el derecho a:
- La libertad, que garantiza y es garantizado por el deber de la productividad.
- La igualdad, que está asociado al deber de la solidaridad.
- La justicia, que integra los anteriores y, es defendido por personas que asumen el deber ciudadano de la participación.
Éste es el entramado moral que
debe servir de filtro para evaluar las decisiones y acciones, a nivel local,
nacional o global. La idea de cultura política, como formación de las
capacidades reflexivas de los seres humanos, es importante para entender la
viabilidad de los valores políticos. Si en una democracia u otro tipo de forma
de gobierno, sus ciudadanos no han aprendido a conocerse y pensarse como tales,
no será posible una idea de cultura y unos valores fundamentados en la
expansión del individuo. Por tanto, de la misma forma que en la práctica las
maneras a través de las cuales la reflexión individual y colectiva se conciban
como actividades que por aprendidas y enseñables pueden valorarse, así podrán
potenciar o negar la comprensión de las posibilidades y límites de la
experiencia de nuestros lenguajes y tradiciones en el proceso de generar
lealtades e identidades políticas y morales; como la identidad republicana,
ligada a unos valores en mayor medida que a otros o la liberal vinculada a
otros diferentes…
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